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Es común despertar y sentirse bombardeados por titulares en donde se busca resguardar el mérito y premiar el esfuerzo en las distintas dimensiones de la vida; educación, trabajo, deporte, etc.

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Es como si el mérito, se haya convertido en la única variable que por sí sola garantiza el éxito de una persona en su vida. Pero qué afirmación más falsa es la anterior.

En un sistema que promueve la competencia pero que no hace muchos esfuerzos por emparejar la cancha para que todos los jugadores compitan bajo las mismas condiciones, me parece desagradable culpar de sus malos resultados al jugador que nunca tuvo la oportunidad de poder competir de la misma manera con los demás.

Quizás, en toda su carrera contó con equipamiento de mala calidad o nunca pudo tener un circulo de personas que le hayan prestado un apoyo mínimo para poder desarrollarse como el esperaba.

Qué rabia da ver como se sigue promoviendo una sociedad de los mejores, una sociedad donde solo unos pocos pueden llegar a algunos niveles y realidades económicas gracias a la cuna en donde fueron creciendo.

Qué impotencia da pensar que se siga hablando de mérito cuando lo único que existen son contextos diametralmente diferentes que, aunque te rompas el lomo toda tu vida, bajo los parámetros actuales, nunca hiciste lo suficiente para aspirar a ser mejor.

Qué pena defender la libertad de elegir y el mérito, cuando solo puedes elegir entre alternativas que te ofrecen por tu realidad y cuando el mérito sólo cuenta para algunos.

Para que la libertad y el mérito realmente se cumplan, necesitamos una cancha de juego más pareja para todos en Chile: Necesitamos una Nueva Constitución.

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