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Según la RAE, la salud se define como "el estado en que el ser orgánico ejerce normalmente sus funciones", pero visto desde un enfoque práctico y realista, esta es dinámica y acompaña a todos cambiando durante la vida entera, reflejando, ya sea para bien o para mal, a las condiciones internas de cada individuo y al ambiente en que este se encuentra.

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El cuidado de la salud no debe ser privado ni personal, ya que este es un fenómeno existente en cada nivel de nuestra existencia. Considera desde cosas microscópicas como las moléculas de oxígeno, la calidad del aire y partículas de smog, hasta cosas más complejas como un sistema circulatorio que no logra llevar el oxígeno al resto del cuerpo, una familia de fumadores, una empresa que contamine el ambiente y hasta una sociedad completa con un sistema de salud definido que puede velar o no por cuidarla.

Sin embargo, son tantos los factores a cuidar y que pueden fallar a medida que envejecemos, que no basta con lo que realice el individuo, se requiere además del apoyo constante de cada uno de los círculos sociales involucrados, ya sea la familia, las amistades, el Estado, el trabajo y hasta los tratados internacionales, ya que todas las interacciones sociales pueden influir de un modo u otro en el ambiente de cada persona.

Al discutir sobre las leyes y la responsabilidad estatal en el cuidado de la salud de la población usualmente se ven tópicos sobre costos y pagos, sistema privado y público, calidad de atención al usuario, listas de espera entre otros similares. Todos puntos muy relevantes y atingentes. Sin embargo, las bases democráticas y las legislaciones acerca de lo laboral, lo familiar, lo ambiental, lo económico y lo social también tienen un impacto enorme en la salud de cada persona.

A nivel constitucional en el capítulo III, Artículo 19, N° 1, se asegura el derecho a la vida y a la integridad física y psíquica de cada persona, asimismo en el N°9 se aseguran y garantizan las distintas formas de atención clínica que se conocen, tanto en el ámbito público como privado, lo anterior connota la prevención, tratamiento y rehabilitación de un problema de salud.

Hay que considerar que la gran demanda asistencial existente puede verse disminuida al promover la salud en las personas. Pero, no se puede ignorar que el libre albedrío y la libertad como norma no necesariamente favorecen la salud de manera individual y colectiva, es cosa de ver la gran prevalencia de enfermedades cardiovasculares y su correlación con el sedentarismo, el estrés y la alimentación. Lo anterior, es una situación que puede empeorar si el ambiente no genera bases sólidas para desarrollar una vida saludable.

En un país ad portas de una transición; consecuencia de un estallido social, una pandemia y la posibilidad de abordar la constitución. Es más importante que nunca velar colectivamente por la salud de todos, para promoverla de manera exitosa, se debe ir mucho más allá del individuo y el establecimiento asistencial. Si se genera cualquier cambio en la constitución todas las leyes deben reconocer y proteger las implicaciones que tendrán en la salud, no solo aquellas relacionadas con el sistema asistencial, sino que cualquier reforma laboral, industrial, tecnológica o de cualquier tipo.

Asimismo, las conductas y costumbres familiares, entre amigos, compañeros de trabajo y cualquier relación interpersonal deben considerar su influencia en la salud de los involucrados. Y es que no serviría de mucho duplicar los hospitales ni el acceso a la salud, si es que se triplican los pacientes.