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En la era de la acumulación a veces nos encontramos con más de lo necesario, aún así somos capaces de reconocer que existen falencias movilizadoras para exigir un poco más.

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“Estamos mejor que nunca en la historia en cuanto a cantidad de derechos sociales, productos y servicios. Siempre pasa lo mismo, cuando una sociedad llega a satisfacer sus necesidades básica comienzan las crisis” comenta un amigo con pierna cruzada apoyando el vaso sobre la mesa.

Tal como el famoso mayo francés de 1968 donde después de la prosperidad post guerra y con sus necesidades básicas satisfechas comienzan los estudiantes universitarios más la clase obrera una revolución centrada en el ecologismo, la libertad sexual, educación igualitaria, feminismo y antimperialismo, en Chile ocurre algo parecido en octubre de 2019.

Después de 30 años de prosperidad económica una generación criada en el sistema capitalista se revela ante desigualdades sociales, un mayor cuidado del medioambiente, feminismo, mejor sistema de pensiones y de salud, todo esto en un momento donde la cantidad de derechos sociales, productos y servicios están más perfeccionados y definidos que nunca.

Entendiendo y compartiendo la legitimidad y necesidad de estas luchas, dejando la supervivencia a un lado, siento que olvidamos el coliseo que acoge estas batallas entre humanos, entre dominador y dominado.

Chile llegó al sobre giro ecológico el 18 de mayo del 2020, es decir, en cinco meses utilizamos todos los recursos naturales disponibles para este año y comenzamos a vivir con la cuenta de ahorro de los años que nos quedan.

Por mucho tiempo me dirigí a la naturaleza como un ente estático, externo que debe ser protegido por “nosotros”, olvidando que “nosotros” y nuestra forma de vida son parte de ella. Darwin señala que la evolución depende de la capacidad de adaptación de las especies con su ambiente, es decir, de no existir la temperatura, el alimento, la habilidad de escapar de depredadores necesaria, la especie se extingue.

Por lo tanto, entendiendo al ser humano como parte de los procesos naturales, siendo un animal que está creando condiciones ambientales desfavorables para su existencia ¿Será que las luchas no sólo debiesen centrarse en nuestra especie sino que debiésemos comenzar a revertir el daño causado? ¿Será imposible para nosotros velar simultáneamente tanto por nuestra supervivencia como por la buena salud del planeta que nos acoge?

Nicanor Parra, entendiendo la complejidad de la existencia, responde en París el 1991 a la pregunta de su color político: “Yo no caigo en la discusión si ser de derecha o de izquierda, azul o rojo, mi bandera es la verde, la del ecologismo”.

Somos parte de algo superior a nosotros, espero que nuestro despertar no sea demasiado tarde.