Un país expectante a pesar de todo

22 Agosto 2014

No existe diferencia alguna entre un político y un lobista, intercambian roles todo el tiempo y eso explica porque son tan poco confiables en la actualidad.

Andrés Gillmore... >
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Chile en la actualidad es un país dividido ideológicamente ante el proceso de reacondicionamiento del modelo de desarrollo que estamos viviendo. Los entrantes de la Nueva Mayoría han dicho que nada se había hecho bien y que habían recibido el país con serias incongruencias en el gasto fiscal. Los salientes de la Alianza por Chile, consideraron que lo hicieron muy bien y que la culpa no es de ellos. Pero por increíble que nos pueda parecer ante las grandes reformulaciones que se pretenden hacer y a pesar de todo, han resurgido ideologías que considerábamos en el pasado.

El actual gobierno considera que si es posible divisar la luz al final del túnel, reformulando la educación y la tributación, replanteando la matriz energética por una que vaya más de acuerdo con nuestros recursos naturales y nuestras expectativas propias. Para los salientes de la Alianza por Chile no hay dos verdades, creen fehacientemente que la luz que la Nueva Mayoría divisa al final del túnel, encandilara el proceso y no permitirá ver el abismo al cual nos estamos enfrentando y por ello mismo, viviremos las penas del infierno al no guardar cierto decoro a la hora de formular los cambios y activar los nuevos procesos.

Otros y no son menos con grandes intereses creados para su propia conveniencia, juegan sus últimas cartas para ver como le pueden sacar partido a la situación y muchos han sacado de ultratumba a viejos lideres para ver si logran revertir la situación y proyectar sus ideologías como candidatos presidenciales, sin importarles que el gobierno tiene menos de 200 días desde que llego a La Moneda. Eso a fin de cuentas solo sirve para enrarecer aun más el ambiente y crear dudas en una ciudadanía recalcitrante, que no entiende de verdad cuales son los verdaderos objetivos y que sistemáticamente ha venido perdiendo la fe en sus políticos descubriendo con el paso de los días, que el discurso no va de acuerdo con la practica. Se podría decir que estamos viviendo hoy y ahora, la verdadera transición que pensamos habíamos vivido en los gobiernosDemócrata Cristianos de Patricio Aylwin y Frei Ruiz-Tagle en el siglo pasado.

La gran incertidumbre de la ciudadanía que no le queda otra que asistir sin entender mucho lo que esta pasando, es si el proceso es de verdad el inicio de algo trascendental en la búsqueda de un cambio social, que definitivamente representara la posibilidad de crear un nuevo concepto de desarrollo y de administración social, que vaya más allá de la simplicidad ideológica de los polos opuestos en disputa por el poder, y  que nos sea simplemente una puesta en escena de buenas intenciones en la medida de lo posible, como una manera de perpetuarse en el poder y jugar con las aspiraciones ciudadanas.

Los políticos de todas las posturas ideológicas se han complicado ante el escenario actual y han tenido que enfrentar a una ciudadanía que antes consideraban amigas pero que hoy desde la visión ciudadana son tremendamente antagónicas, al quedar en evidencia sus verdaderos intereses. La comodidad de los años pasados en que fueron considerados moneda de oro y confiables pasaron al olvido; las reivindicaciones ciudadanas de los últimos años les han quitado el velo de lo que en verdad representan como institución y por más que lo intenten siempre salen trasquilados al enterarse la ciudadanía de sus manejos y del egoísmo con que actúan la mayoría de las veces , que más que decisiones estructurales son visiones personales regidos por intereses corporativos, jaqueando al mundo político como nunca antes. Algunos han sido hábiles y facticos a la hora de enfrentar el dilema, sorprendiendo de sobre manera la habilidad con que han podido reinventarse y cuando les creíamos muertos y fuera de todo fundamento, reacomodaron sus fichas y salieron del impase con una versión renovada del borrón y cuenta nueva.

No existe diferencia alguna entre un político y un lobista, intercambian roles todo el tiempo y eso explica porque son tan poco confiables en la actualidad. Cuando un político deja de serlo se transforman automáticamente en un lobista y no hay duda que la máxima aspiración de un lobista es ser algún día un político, realidad que posibilita un choque de fuerzas contenidas de gran potencia, unos “revolucionarios” de la seudo izquierda chilena y los otros “conservadores” resabio de la oligarquía pragmática, que van en total contra sentido, poniendo a prueba constantemente nuestra “democracia participativa”.

Cada grupo actúa de acuerdo con sus propios intereses y desde la visión ciudadana poco y nada se puede hacer por revertir la situación al no tener las herramientas adecuadas para darse a entender y ejercer las presiones donde se debe. Lo que detectamos en la actualidad es que la mayoría de los políticos poco y nada les importa el país como suelen decir o nos quieren hacer creer. Sus discursos son altaneros y pueden destruir en términos sociales las reivindicaciones más honestas y permitir sin ambigüedades, que un grupo minoritario con grandes intereses y de mucho poder manipule la decisión.

El choque de fuerzas no es menor bajo ningún aspecto, las descalificaciones, la falta de prolijidad y  ética con que se actúa en muchos de los casos son abrumadoras, ante una ciudadanía que asiste impávida a los obtusos comportamientos y que a fin de cuentas solo quiere soluciones y no descalificaciones y que todo el proceso signifique el inicio de un cambio sustantivo ante una realidad que nos permita concretar un Chile mejor. Es de relevancia entender que la única manera de lograr el bien común, es encauzar el proceso con humildad, humanidad y discreción, sustento natural e imprescindible para proyectar procesos políticos de alto impacto y de gran expectación.

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