Cambio climático: Un desafío global de escala local y viceversa

16 Junio 2014

El cambio climático es un desafío global que enfrenta toda la humanidad; sin embargo sus impactos se sufren localmente distribuyéndose de manera dispar en las diferentes regiones, afectando a los sectores y grupos más vulnerables.

Fundación Avina >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Aliado

En diciembre de 2013, el pequeño productor del Chaco que perdió su ganado en la última sequía probablemente no sabía que al mismo tiempo en Varsovia unos cuantos señores de traje gris llevaban 2 semanas en arduas discusiones sobre el término “pérdidas y daños” para que forme parte del nuevo acuerdo internacional de Naciones Unidas frente al cambio climático. Y, sin embargo, ambos están estrechamente relacionados.

Elinor Ostrom fue reconocida con el Premio Nobel de Economía por demostrar la eficacia de sistemas policéntricos para promover la acción colectiva respondiendo a  desafíos como el cambio climático. Los sistemas policéntricos se caracterizan por tener múltiples espacios de gobernanza en diferentes niveles y su argumento sostiene que una acción colectiva se construye no solo a través de un gran acuerdo global entre países; sino que requiere complementarse con la promoción de acciones y compromisos en múltiples niveles que promuevan tendencias e incentiven a otros actores a promover cambios en sus propias prácticas. Este enfoque presenta un conjunto de beneficios que permiten acelerar y escalar el cambio promoviendo la innovación, el aprendizaje, construcción de confianza y cooperación entre los actores alcanzando resultados más efectivos, equitativos y sostenibles en múltiples niveles.

El slogan “Pensar global y actuar localmente” se encuentra en el centro del abordaje que necesitamos generar para responder a los desafíos del cambio climático. Identificar el rol y aportes que se dan en estos diferentes niveles contribuye a conectar estos mundos que no siempre se identifican mutuamente.

El rol de las comunidades

Alrededor del 60% de las emisiones de América Latina (y 70% en Sudamérica) se originan por el cambio de uso de suelo, la deforestación, la agricultura y las actividades silvopastoriles. En nuestros bosques y selvas vive una gran diversidad de comunidades indígenas que actúan como sus guardianes y cuyas prácticas y medios de vida han probado ser incluso más efectivos que el establecimiento de áreas protegidas; como reflejan diversos estudios que comparan territorios indígenas y las áreas bajo esquemas de conservación. Preservar la identidad cultural de estas comunidades, respetando su derecho a elegir su propio modelo de desarrollo, es una de las estrategias más efectivas para preservar los bosques, como sucede con la comunidad Paiter Suruí y su Plan de Vida a 50 años. Ello reduce las emisiones de gases efecto invernadero y al mismo tiempo fortalece la resiliencia y la capacidad de adaptación de los ecosistemas y grupos humanos de la región.  A las iniciativas locales de consolidación de territorios, planes de vida y búsqueda de alternativas económicas sostenibles, se suman programas nacionales de incentivos para la conservación, como SocioBosque en Ecuador o el Programa Nacional de Bosques de Bolivia, y la creación de mecanismos internacionales que buscan darle valor económico al bosque en pie. En este último plano, encontramos sistemas de pago por servicios ambientales, el mecanismo Reducción de Emisiones por la Deforestación y Degradación de los Bosques (REDD+) y el Fondo Amazonía de Brasil.

El rol de las ciudades

Las ciudades desempeñan un rol protagónico en la agenda climática. Estas consumen 2/3 de la energía global, son fuente de 70% de las emisiones CO2 y son altamente vulnerables a los impactos del cambio climático, como lo evidencian el 90% de áreas urbanas en zonas costeras que presentan alto riesgo climático.

Es a nivel de las ciudades que radican muchas de las soluciones y las respuestas concretas para reducir las emisiones y adaptarse a los impactos del cambio climático. El liderazgo asumido por los gobiernos locales y los ciudadanos se ha destacado por su carácter innovador, buscando soluciones en sectores como movilidad, gestión de residuos, uso eficiente del agua, gestión de riesgos, manejo de la biodiversidad urbana y ahorro de energía, entre otros. Con todo ello, además de reducir las emisiones y fortalecer la resiliencia de estas ciudades, se mejora la calidad de vida de sus habitantes.

A nivel global, las autoridades locales se han caracterizado por asumir un liderazgo proactivo y dinámico en la lucha frente al cambio climático. Ciudades latinoamericanas, como Quito, Ciudad de Mexico y São Paulo  cuentan con estrategias locales y planes de acción climática, y 286 ciudades del mundo han asumido compromisos de mitigación y adaptación bajo el Pacto Climático de México. Redes de gobiernos locales del mundo, como el ICLEI y el C40, promueven el intercambio de buenas prácticas, el aprendizaje y la adopción de políticas de cambio climático y desarrollo sostenible en todo el mundo. En muchos casos es a partir del liderazgo y ambición de las ciudades que se está corriendo la frontera de los compromisos nacionales frente al cambio climático.  Los ciudadanos también tienen un rol importante y redes como la Red  Latinoamericana por Ciudades y Territorios Justos, Democráticos y Sustentables promueven mecanismos de monitoreo de indicadores de calidad de vida, que incluyen indicadores vinculados a los impactos y respuestas del cambio climático.

El rol del sector privado y los mercados.

El cambio climático es un desafío directamente relacionado a un modelo de desarrollo alto en carbón y a los patrones de consumo y producción asociados. El sector privado está en la base del problema, pero es también fuertemente afectado por las consecuencias. Para las empresas, el cambio del clima puede representar riesgos físicos a la central de operaciones, a la cadena de valor o a su red (infraestructura de agua y transporte, por ejemplo).

Por su alta relación con el tema, el sector privado tiene el potencial para liderar los cambios hacia un modelo de desarrollo compatible con el clima. Por un lado, puede asumir compromisos de reducción de emisiones, empujando la visión de lo posible, como hizo el Foro Empresarial por el Clima – grupo de empresas brasileñas que en 2009 presentó al gobierno nacional una carta de compromisos y propuestas frente al cambio climático, la cual contribuyó al compromiso brasileño asumido aquel año en Copenhague. Este año, en Perú, empresas, gobiernos y ciudadanos están asumiendo compromisos a través de la campaña “Pon de Tu Parte” como una contribución a empujar la ambición en las negociaciones globales. Por otro lado, el sector privado puede comprender los riesgos asociados al cambio climático y liderar respuestas de adaptación. El reporte Earth Security Index, por ejemplo,  ofrece una guía para industrias, sector financiero y seguradoras orientaren sus decisiones conforme la capacidad de resiliencia y riesgos de los países analizados, incluyendo vulnerabilidad al cambio climático.

El rol de los Estados Nacionales

Las políticas nacionales tienen un rol crítico en generar condiciones para el avance e implementación de acciones a nivel local, promoviendo el compromiso y cambio de prácticas de diversos sectores económicos y grupos humanos. Varios países de Latinoamérica cuentan con Estrategias Nacionales de Cambio Climático (Brasil y México por ejemplo) y hay esfuerzos remarcables por complementarlas con medidas y herramientas legislativas.

La ley de cambio climático de México, por ejemplo, fortalece un conjunto de instituciones públicas y privadas integrando el cambio climático de manera transversal en la planificación estatal, creando mecanismos de financiamiento y promoviendo una efectiva coordinación entre el gobierno nacional, regional y local. Brasil también ha avanzado en su legislación nacional traduciendo en ley el compromiso de reducción de emisiones al 2020 asumido en Cancún y elaborando planes sectoriales de mitigación y adaptación para dar cumplimiento a esa meta. Perú, por su parte, está avanzando en la misma dirección y actualmente está debatiendo en el Congreso una ley marco de cambio climático que fortalezca una mayor coordinación entre los esfuerzos de diversos sectores frente al cambio climático.

Al mismo tiempo, en muchos casos los gobiernos buscan generar avances en sus propias políticas nacionales, antes de asumir compromisos a nivel internacional. China y Estados unidos son los dos países que están generando las mayores emisiones a nivel mundial y en estos momentos ambos están avanzando en sus compromisos internos frente al cambio climático generando condiciones favorables para el momento en que tengan que asumir compromisos internacionales.

Aportes de la convención de cambio climático en Naciones Unidas

La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC), creada a partir de la Cumbre de Río en 1992, lleva 20 años promoviendo la negociación entre 194 países del mundo para alcanzar acuerdos globales que nos permitan reducir los impactos del cambio climático, basándose en los principios de equidad y desarrollo sostenible.

En estos 20 años, en el marco de esta Convención se ha construido una narrativa común que permite contar con información clave sobre cómo afecta social, ambiental y económicamente las emisiones de gases efecto invernadero y se han llegado a acuerdos entre las partes alrededor de temas como mitigación, adaptación, financiamiento y tecnología. Entre estos, quizás el principal logro fue la adopción del Protocolo de Kyoto en 1997, único acuerdo legalmente vinculante en el que gran parte de los países desarrollados asumieron metas de reducción de emisiones.  También se han generado mecanismos de financiamiento climático, como el fondo de adaptación y el Fondo climático Verde, que aún deben capitalizarse para poder generar transformaciones en todas las regiones del mundo.

En este espacio, se empoderó a la ciencia a través del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change), generando por primera vez en la historia de la ciencia reportes que buscan sintetizar el conocimiento global existente sobre una problemática; se generaron criterios sobre cómo medir el problema y se desarrollaron diversos mecanismos de respuesta. En la actualidad, las discusiones en la convención buscan generar voluntad política para alcanzar un nuevo acuerdo para hacer frente al cambio climático a nivel global en el 2015 que sea justo y reconozca la urgencia de responder a este desafío global.

Una gran parte de las políticas nacionales,  las prácticas implementadas por las ciudades,  el involucramiento del sector privado y el empoderamiento de las comunidades locales para responder a los desafíos del cambio climático, se nutren y enriquecen de este espacio global que es la Convención Marco de Cambio Climático de Naciones Unidas. Acortar la brecha ente estos mundos inconexos es lo que busca hacer la Secretaría de Cambio Climático de Naciones Unidas, bajo el liderazgo de la Costarricense Christiana Figueres con la iniciativa “Momentum for Change”.

La COP20 como una oportunidad para América Latina

No existe una única solución central al desafío del cambio climático; los mecanismos de respuesta tanto para mitigar los efectos futuros, como para adaptarse a sus impactos, requieren de abordajes en múltiples dimensiones y en diversos niveles al mismo tiempo, que conecten los esfuerzos de conservación hechos por una comunidad indígena aislada en la Amazonía y el derecho al desarrollo (e incluso al territorio) de los habitantes de una pequeña isla; con los necesarios cambios de producción hacia una economía baja en emisiones y los acuerdos políticos firmados por las cancillerías de nuestros países bajo el marco de las Naciones Unidas.

Este año la Conferencia de las Partes (COP 20) vuelve a América Latina y el slogan de Perú, como país anfitrión, anuncia “No vengas a Perú si no quieres cambiar el mundo”. Esta es una oportunidad que convoca a los diversos actores, como las comunidades indígenas, empresarios, autoridades locales, jóvenes y movimientos sociales de América Latina para que se acerquen a Lima y muestren al mundo cómo están siendo parte de esa transformación, fortaleciendo así el liderazgo global de América Latina frente a los desafíos del cambio climático.