Una mirada al regionalismo: Sistema político y de gobierno en la nueva Constitución

12 Noviembre 2020

Tras varias décadas de la imposición de la actual regionalización del país y sus posteriores reformas, pareciera ser que dicha forma de organización debe ser revisada, entre otros motivos, por la constante exclusión que viven las regiones del país, en particular las extremas.

Rodrigo Fecci >
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A pocos meses de que la ciudadanía sea convocada a elegir a los delegados constituyentes para la Convención Constitucional, comienzan ya a surgir los distintos debates, que tomarán la agenda durante los próximos meses, y que son necesarios de realizar en el actual contexto, para justamente definir los temas relevantes de la nueva Constitución.

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Dentro de los temas más relevantes a discutir, es la conformación del nuevo sistema político, lo que incluye dentro de él al sistema de gobierno, la estructura de gobierno interno de país, el sistema electoral, y el rol de los partidos políticos.

Respecto de la estructura y sistema de gobierno, actualmente en nuestro país se consagra un Estado unitario y centralizado, con una forma de gobierno presidencialista, dividiéndose el territorio nacional para efectos del gobierno y administración interior en regiones, y estas en provincias.

Luego de transcurridas varias décadas de la imposición de la actual regionalización del país, y habiéndose realizado varias reformas al respecto, pareciera ser que dicha forma de organización debe ser revisada, entre otros motivos, por la constante exclusión que viven las regiones del país, en particular las regiones extremas, como la nuestra, de las decisiones políticas y administrativas del país.

Dicha exclusión, lamentablemente, no se agota con la elección directa de gobernadores regionales y Cores, sino que para terminar con ella se requiere romper con una lógica de centralización del poder en Chile, que se remonta al siglo XIX, y que permea toda la estructura administrativa y política del país, y que por lo tanto, requerirá de cambios profundos.

El cambio de dicha lógica implicará asumir que el poder político debe ser ejercido a través de distintas instancias, tanto de democracia participativa como representativa, así como de una manera diversificada o dispersa en la sociedad, y no centralizada, ya sea en la capital del país, y en la figura del presidente.

Al respecto, existen diversos ejemplos en los sistemas políticos de otros países, ya sean de nuestro continente u otros, así como también de la época actual como en anteriores, donde siempre se han reconocido mayores formas de autonomía a los territorios, para la toma de decisiones. Así, asoman los sistemas políticos de España con las comunidades autónomas, Bolivia con el Estado plurinacional, Suiza con el Consejo Federal, o Argentina y Brasil con el federalismo, entre muchos otros. Como también, la existencia de instituciones tales como los propuestos participativos, cabildos, plebiscitos locales, regionales o nacionales, y las corporaciones sin fines de lucro, que pueden ejercen decisiones de gobierno o administrativas.

De esta manera, debe propenderse a generar un nuevo sistema político del país, que incorpore características de autonomía e independencia, tanto administrativa, como política, y jurisdiccional, de las distintas regiones del país.

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