10% AFP: sentido común

14 Julio 2020

La “originalidad” chilena de las AFP es un fraude. El sistema de ahorro forzoso deja a la intemperie la vida en la vejez, hoy y mañana, y obliga a las personas a seguir trabajando hasta su muerte y, a quienes no pueden hacerlo, a vivir a expensas de sus parientes más jóvenes.

José Sanfuentes >
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“Si querido, estoy de acuerdo en que gastemos un poco de nuestros ahorros para dar de comer a la familia. Ya estamos hasta el cogote con deudas… arriendo, cuentas básicas, tarjetas y el préstamo en la mutual, otro más por ningún motivo, para eso tenemos los ahorros.”  Así le dijo María a José, con implacable sentido común, ante la desesperación de no tener para comprar alimentos y remedios indispensables para los niños. Por eso más del 80% de la población está de acuerdo en retirar el 10% de las AFP, para paliar en parte la precariedad en que los tiene la peste, que ha producido la más grave situación de subsistencia, en la vida de esta generación.

Porque en Chile no tenemos un sistema previsional ni un sistema de pensiones. Existe un seguro que el gobierno obliga por ley a depositar mensualmente en las llamadas “AFP” que, al igual que una compañía de seguros, lucra con tales ahorros y asigna cuando el ahorrante lo decida -después de los 60 o 65 años- una cuota mensual calculada en base a que vivirá 110 años. Es también de sentido común que la media de la población no vive 110 años, pero al gobierno no le importan los abusos; sólo cambiar ese cálculo podría duplicar las cuotas a recibir mensualmente por este seguro de vejez.

Alguien habló en el pasado de la “fronda aristocrática” que gobernaba en Chile. Lo que ha sucedido estos días es una excelente clase de historia e, infelizmente, del presente que vivimos. Esta fronda está escandalizada que la gente, “irreflexivamente”, “irresponsablemente”, quiera usar una parte menor de sus propios ahorros para urgentes gastos familiares. Dueños  y ejecutivos de los grandes negocios en primer lugar pero también de la política y los medios de comunicación que manejan, han desatado una increíble campaña del terror y amenazado con las penas del infierno a los parlamentarios que acompañaron el sentido común de la gente y se atrevieron a contradecir al gobierno y las AFP.

Es probable que este arrebato de sentido común sea derrotado, que la ilusión de contar con tus ahorros para un mejor vivir no sea más real que la espera de ganarse el loto. Resultará penoso ver a algunos postrarse ante el poder de coerción de los poderosos, los tentáculos de las AFP alcanzan a los escondrijos más inverosímiles. A quienes resistan las presiones habrá que rendirles su merecido homenaje. Ellas y ellos dignifican la política y son una buena base para pensar el futuro, en especial la imperiosa y ya inaplazable necesidad de generar un sistema previsional real en Chile, tal cual existe en todos los países civilizados del planeta.

La “originalidad” chilena de las AFP es un fraude. El sistema de ahorro forzoso deja a la intemperie la vida en la vejez, hoy y mañana, y obliga a las personas a seguir trabajando hasta su muerte y, a quienes no pueden hacerlo, a vivir a expensas de sus parientes más jóvenes. Surge una duda razonable al buscar una explicación de tanto escándalo de la fronda aristocrática: ¿no será que los papeles de las AFP no valen lo que dicen?, ¿que no tienen el dinero disponible para entregar hoy el 10%? y que, ¿todos los editoriales y declaraciones alarmantes que se enarbolan en supuesta defensa del futuro de los pobres y la institucionalidad vulnerada según ellos, no es más que el intento de encubrir el sistema “ponzi” que sostiene la pantomima de las AFP?