Lectura voraz: Un planeta de virus

Lectura voraz: Un planeta de virus

18 Febrero 2021

Si bien “Un planeta de virus” fue escrito antes de la pandemia del COVID-19, el interés por conocer el mundo de estos seres diminutos sin duda es mucho más alto hoy que hace seis años atrás. 

Daniel Carrillo... >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

Frotarse la nariz con un ratón, como recomendaba el sabio romano Plinio el Viejo, o una pócima de pólvora, huevos, estiércol de vaca frito y sebo, a la usanza inglesa del siglo XVII.

Te puede interesar: Lectura voraz: Sobre cuentos, el espacio y el futuro compartido

Las formas de curar un resfriado común han sido diversas y “pintorescas” a lo largo de la historia, una que comienza a escribirse con más claridad a partir de 1914, cuando el microbiólogo Walter Kruse concluye que el causante del resfrío es un pequeño patógeno. En 1927 se descubre que es un virus y tres décadas más tarde se le termina por identificar como rinovirus humano, uno que impresiona por su simpleza -que no le resta eficacia- ya que solo está compuesto por 10 genes por unidad, lejos de los 20 mil que tiene una persona.

Esta es parte de uno de los ensayos que recoge el divulgador científico estadounidense Carl Zimmer en “Un planeta de virus”, publicado en 2011 y editado en español en 2020 por Capitán Swing. Zimmer, responsable de una decena de títulos y autor de uno de los blogs de ciencia más reconocidos: The loom, logra desplegar en este libro una serie de datos e historias envolventes que destacan lo misterioso y, sobre todo, lo relevante de estos microorganismos para la vida sobre la Tierra.

En 127 páginas, logra atraer con ensayos tan llamativos como “Conejos con cuernos” (sobre el papiloma humano) o “El alien en el dispensador de agua fría” (relativo a virus gigantes que pueden mimetizarse con bacterias), empleando un estilo ameno y efectivo a la hora de simplificar tópicos complejos. Y vaya que algunos lo son, como cuando analiza el tema de los virus presentes en el océano, que se creían casi inexistentes hasta los años 80 del siglo pasado. Sin embargo, hoy se sabe que su número llegaría a la imposible cifra de 10.000.000.000.000.000.000.000.000.000.000, una presencia que multiplica por quince la del resto de los habitantes oceánicos y cuyo peso equivaldría a 75 millones de ballenas azules. Una fracción muy menor, no obstante, logra infectar a las personas.

Si bien “Un planeta de virus” fue escrito antes de la pandemia del COVID-19, el interés por conocer el mundo de estos seres diminutos sin duda es mucho más alto hoy que hace seis años atrás. Y claro, hay aspectos que siguen siendo desconocidos para el “ciudadano de a pie”, como que los virus son responsables directos de buena parte del oxígeno del mundo, estimándose que un 10% de las fotosíntesis en la Tierra las realizan genes víricos. Además, contribuyen a regular el termostato del planeta y contienen una proporción importante de la diversidad genética de la vida, dado que el genoma humano se compone parcialmente por millares de virus que en algún momento infectaron a nuestros antepasados. No por nada, se cree que el origen de la vida podría radicar en virus de hace cuatro mil millones de años atrás.

Te puede interesar también: Lectura Voraz: Némesis