[Opinión] La leña, el cambio climático y la industria forestal

17 Noviembre 2017

Si queremos sustentabilidad y proyección de futuro para las nuevas generaciones, el manejo sano y armónico de los bosques nativos tiene la misma relevancia que salvar ríos, glaciares, el mar y el agua de la depredación comercial. 

Andrés Gillmore... >
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Andreas Auersperg, ingeniero mecánico alemán, especialista en comercialización y producción de leña, que trabajó durante varios años en Conaf en el Plan Especial de Desarrollo para Zonas Extremas (PEDZE), dio una charla en Coyhaique hace unos días aseverando que “Aysén tiene las condiciones ideales para hacer de la leña un negocio sustentable a largo plazo, beneficiando a los usuarios y toda la cadena productiva”. La verdad que no supe qué pensar. Todos sabemos que el mayor problema que tiene Aysén, y otras regiones de Chile como Los Lagos y Los Ríos, es precisamente que se ha destruido el bosque nativo para transformarlo en leña, que el recurso no es renovable, a no ser que se reforeste con Pino y Eucalipto como lo hacen los grandes conglomerados forestales y el mismo Conaf en estas regiones, que son especies foráneas que destruyen el suelo por sus residuos, estrujan las reservas acuíferas del subsuelo y son altamente incendiarias sobre todo el eucalipto, considerado en Australia (su origen) como una especie peligrosísima.

La leña es un producto muy contaminante, más ahora por los efectos del cambio climático que estamos viviendo en el país, que en invierno produce en las capitales regionales en ciudades como Coyhaique, Temuco y Valdivia temporadas de altas presiones que producen el efecto invernadero, alejando la lluvia por semanas, produciendo niveles de contaminación muy extremos, a tal estado que han sido consideradas estas ciudades del sur austral entre las más contaminadas del planeta.

La protección de los ecosistemas, la optimización de las relaciones de intercambio entre los recursos naturales y la sociedad, el manejo integral de la naturaleza frente a la potencialidad limitada de los bosques nativos al ser recursos cada día más escasos y que en la actualidad el escenario rural este completamente superado por la estrecha vinculación entre el bosque, la industria, el gobierno con sus proyectos PEDZE y las comunidades, han configurado los desafíos para que definitivamente podamos desarrollar un manejo sustentable de los recursos forestales, entendiendo y valorando que tienen un papel preponderante en la visión de desarrollo, descartando definitivamente el falso paradigma que la madera es un recurso renovable, pensando que pueden talarse bosques nativos a discreción como ocurrió en el pasado, para posteriormente reforestar con Pino y Eucaliptus y que todo va a continuar como antes. Eso no es así.

Los bosques nativos de Chile en la actualidad están dañados y seriamente amenazados por la degradación, por la conversión del uso del suelo, afectados por las necesidades comerciales de estos intereses que han presionado a las autoridades con un lobby extremo, para que no se lleve a cabo un ordenamiento territorial-ambiental como corresponde en las regiones con perfil forestal. Realidad que ha sido tremendamente perjudicial para la sustentabilidad de los bosques nativos y por la falta de un control como corresponde de los incendios forestales y la incapacidad para desarrollar medidas concretas en contra del furtivismo, la explotación insustentable, el sobre-pastoreo, la producción de contaminantes atmosféricos altamente nocivos y el desarrollo de incentivos económicos perversos para que la industria forestal se fortalezca y que otras actividades económicas dependientes de una u otra manera, vayan destruyendo la proyección de los bosques nativos para vender sus subproductos.

La degradación de los bosques por la erosión producida en el suelo, la pérdida de la diversidad biológica y el daño creciente que produce la actividad forestal en los hábitats silvestres, ha producido la degradación en las cuencas hidrográficas y el deterioro sistemático de la calidad de vida de las comunidades y la reducción de oportunidades de desarrollo de la población en otras actividades como la agricultura, ganadería, turismo. En los países subdesarrollados como el nuestro, esta condición se ha ido agravando con el paso de los años ante el crecimiento desmedido de la producción forestal, afectando los ecosistemas del sur austral.

El desarrollo forestal para ser sustentable, tiene que basarse en la conservación de las especies nativas. No podemos pensar en sustentabilidad en la industria forestal, si aniquila especies nativas para plantar especies foráneas como Pino y Eucalipto, consideradas destructivas pero muy comerciales, degradando el suelo y quitándoles el agua a las comunidades que viven en la vecindad. Proteger la estructura, las funciones y la diversidad de los ecosistemas naturales de las que depende el ser humano y la flora y fauna del territorio nacional, debe ser el objetivo de cualquier actividad si quiere proyección de futuro, que de seguir la industria forestal depredando el bosque nativo como lo esta haciendo en la actualidad, con la venia de los gobiernos, estimulando el uso de los bosques para leña de uso domiciliario, ese “supuesto desarrollo” terminara destruyéndonos. No hay que ser muy inteligente para entender que a la la larga este seudo modelo forestal fracasará rotundamente, a menos que utilicemos los recursos sustentablemente y con visión de futuro. 

La explotación forestal sustentable debe normar el uso de los biocidas, tener respeto por la biodiversidad para permitir la regeneración del bosque y para ello es fundamental la disponibilidad a largo plazo de la madera y desarrollar programas de certificación independientes para preservar y se acredite que la producción es sustentable. Lo que complica la producción forestal, es cuando los criterios de evaluación no incluyen el cumplimiento de las normas pre-establecidas y que el seguimiento de la cadena de suministros no estén certificados en el origen legal.

El respeto por la legalidad, que no es lo mismo que sustentabilidad, guarda una estrecha relación con el impacto de la tala sobre el medio ambiente. La tala ilegal es un delito grave que acarrea desastrosas consecuencias medioambientales, sociales y económicas, poniendo en peligro la biodiversidad, que en la actualidad esta exacerbado por el cambio climático a través de la generación de emisiones de gases de efecto invernadero (CO2) que terminan reduciendo la capacidad de los bosques para actuar como sumideros de carbono y  socavan los derechos de las comunidades dependientes de los bosques.

Si queremos sustentabilidad y proyección de futuro para las nuevas generaciones, el manejo sano y armónico de los bosques nativos tiene la misma relevancia que salvar ríos, glaciares, el mar y el agua de la depredación comercial. Los bosques deben dejar de ser un producto energético y tomar un rol de proyección de sustentabilidad para la manufacturación de productos nobles y proyectarlos para que sean el filtro natural del oxígeno que respiramos y de limpieza de las partículas de CO2 que mandamos a la atmósfera todos los días y en grandes cantidades.

El desarrollo energético de uso domiciliario para calefacción de las regiones de Los Ríos, Los Lagos y Aysén debe orientarse hacia las Energías Renovables No Convencionales. Chile debe tener la capacidad de usar como corresponde sus ventajas comparativas, al ser considerado como el país con más proyección en Energías Renovables (Solar, Eólica, GeoTérmica, Mareomotriz) a nivel planetario; entonces el camino esta trazado y no podemos retroceder y seguir con formas del pasado en el mundo del futuro.