[FOTOS] Mujeres de la pesca artesanal de Valdivia se reinventan en plena crisis por COVID-19

[FOTOS] Mujeres de la pesca artesanal de Valdivia se reinventan en plena crisis por COVID-19

05 Mayo 2020

Con restaurantes cerrados y nula presencia de turistas, cambió el panorama drásticamente para emprendedoras.

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Un nuevo desafío han debido enfrentar las mujeres de la pesca artesanal de Valdivia en plena pandemia por el COVID-19, debiendo reinventarse para sacar adelante sus emprendimientos.

Desde marzo ya no reciben visitantes, el pueblo se organizó, cerrando los accesos como medida de precaución, impidiéndole la entrada a todo aquel que no pertenezca al lugar, pero también restringiendo la salida a los pobladores.

Teodora Leal es recolectora de orilla y además emprendedora del área turística en la costa de Chaihuín, junto a su marido tienen dos cabañas donde reciben turistas año a año, sobretodo en temporada de verano, ofreciéndoles una experiencia única a sus visitantes, en la cual, Teodora les enseña el arte del marisqueo y la recolección de algas.

“Estábamos planificando ir a vender a Corral, yo me iba a poner a hacer mermeladas, iba a vender choros, porque hay que reinventarse, pero hasta los choros dejaron de comprar y ahora no podemos salir. Para Semana Santa no había caso que nos quisieran comprar los choros que habíamos sacado, y ahora nos toca extracción este otro mes y no sé lo que va a pasar”, comentó Teodora.

Misma historia para Fidelina Sánchez, presidenta del Sindicato de Recolectoras de Orilla de los Molinos y dueña del restaurant “El Coral” ubicado en Los Molinos, que recibe principalmente a clientes provenientes de Valdivia, Osorno, La Unión, Temuco y alrededores. Sin embargo, tiene sus puertas cerradas desde el 20 de marzo cuando el Gobierno indicó el cierre obligatorio de restaurantes como medida preventiva.

"Aquí no se puede hacer nada, no anda gente, acá se vive de la pesca y no hay ninguna solución para nosotros. Ni los clientes que teníamos llaman para comprar, tampoco se puede vender porque no podemos salir. Ni para Semana Santa pudimos trabajar porque dejan pasar solo a la gente del sector”, enfatizó Fidelina.

En Mehuín, Ana Romero vive de los pescados ahumados que comercializa, principalmente sierra ahumada. Cuenta con una sala de proceso, la única acreditada por Sernapesca. Sin embargo, hoy se encuentra de brazos cruzados, sin clientes ni turistas, y sin posibilidades de realizar envíos como habitualmente lo hace.

"Cuando empezó todo el problema con el coronavirus el pueblo decidió cerrar, que no entre nadie de afuera, sólo residentes. Estuvimos todos de acuerdo, pero se nos cerraron todas las puertas. Está todo cerrado, la feria fluvial está cerrada de antes de Semana Santa, el local de artesanía donde uno trabaja también, los ahumadores, las cocinerías, los restaurantes, todo está cerrado porque no hay gente, no llega gente y no se deja entrar gente”, señaló Ana, quien habitualmente recibe clientes de Santiago, Rancagua, Vallenar y otras ciudades.

"Yo viajaba a dejar productos a Santiago y de ahí despachaba para las otras ciudades. Inclusive las últimas veces tuve una entrega que se fue a Brasil, pero ahora no puedo viajar, no puedo vender”.

El delivery como alternativa

Quién sí pudo diversificar su emprendimiento y buscar una alternativa a este complejo escenario, es Dominga Huichalaf, pescadora y dueña del restaurante “La Minga”, ubicado en Niebla. Pues la “La Minga” como le dicen a esta emprendedora, además de tener su restaurant, se dedica a la venta de pescados ahumados y congelados, principalmente sierra y robalo, los que hoy vende a domicilio.

"Estamos vendiendo lo mínimo, solo para mantener la casa. Todo lo que es pesca está bien malo, estamos sacando solamente lo que vendemos a domicilio. Juntamos varias entregas y vamos con mi hija a dejarlo los días viernes para salir solo una vez y el pago es con transferencia para no tener contacto”.

"Fue algo que no teníamos pensado y estamos pensando en hacerlo cuando esto pase, aunque sea una vez a la semana. Es una opción para seguir vendiendo los pescados. Sobre todo, para la gente de Valdivia que a veces no viene a Niebla”, dijo Dominga.

En tanto, en el sector de Caleta “El Piojo”en Valdivia, Elsa Neira junto a su familia tiene una pequeña planta de proceso desde el año 2010, en la que trabajan las navajuelas, que generalmente proveen a diversas muestras costumbristas, sobre todo en época estival. Si bien, se paralizaron las ventas, se ha abierto una posibilidad con el envío de navajuelas congeladas a un restaurant de Valparaíso, lo que podría convertirse en una oportunidad para realizar nuevos envíos y mejorar la situación por la que atraviesan.

Las conservas como una nueva línea de negocio

Para Griselda Ilabel, directora del proyecto, “esta crisis se trata de una situación que nos afecta a todos de alguna manera; el hecho de no poder reunirnos y desconfiar del otro por su estado de salud, cambiará la forma de hacer negocios, la forma de acceder a los alimentos y nuestra forma de viajar y experienciar el turismo”.

Es por ello, que otra alternativa que toma más fuerza como modelo de negocio,  son las conservas de pescados y mariscos; precisamente en el marco del proyecto, se realizó con bastante éxito un taller sobre conservación de productos del mar, resultado de ello, son varias las emprendedoras que están considerando esta alternativa y que quieren seguir perfeccionándose en esta area. “Nosotros, en el marco del proyecto, realizamos un taller de conservas de pescados y mariscos y algunas de las emprendedoras ya están desarrollando sus conservas”,  señaló ilabel, quien agregó “esperamos seguir apoyándolas en esa línea, porque vemos que hoy en día las conservas, son un producto de fácil almacenamiento , mayor duración y se transforma en una alternativa real de sostenibilidad de negocios para estas emprendedoras”.

Cabe recordar que alrededor de seis meses lleva ejecutándose el programa de Apoyo al Emprendimiento y la Innovación Regional (PAEI), “Difusión de la Innovación y el Emprendimiento Femenino en la Pesca Artesanal”, por medio de la Fundación Cocinamar y apoyado por Fomento los Ríos, cuyo objetivo es difundir las experiencias de innovación y desarrollo de productos de las mujeres que trabajan en pesca artesanal, como herramienta de autonomía económica y desarrollo económico territorial.

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