Rastros Ancestrales: Interpelemos a la civilización desechable

Rastros Ancestrales: Interpelemos a la civilización desechable

01 Octubre 2020

Aún conservo imágenes de mis padres, mi madre con vestuario campestre y mi progenitor con sombrero, botas y un fusil por si se aparecía el “león”, al referirse al fortuito y peligroso encuentro con un puma, felino y predador por excelencia en la Patagonia.

Alfredo Soto >
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Me crié visitando las faldas del Cerro Benítez, a 25 kilómetros de la ciudad de Puerto Natales, mi pueblo natal. Mi padre, un hombre trabajador, se daba el tiempo y el gusto de visitar en familia estos parajes que siempre fueron muy atractivos, no solo por las misteriosas cavernas que lo conformaban, sino también la ubicación entorno a una cordillera siempre nevada por el oeste y que estaba sujetada por un interland conocido como el canal de Última Esperanza y los grandes depósitos de valles y riachuelos que se abren caminos por las estepas orientales.

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En otras palabras, un sinnúmero de provocativas imágenes naturales que concentraban todas las inquietudes de cualquier persona, aquellos parajes en donde se conjugan milenarias presencias, casi fantasmales de megafauna extinta, pero reluciente y briosa en el pasado. Aún conservo imágenes de mis padres, mi madre con vestuario campestre y mi progenitor con sombrero, botas y un fusil por si se aparecía el “león”, al referirse al fortuito y peligroso encuentro con un puma, felino y predador por excelencia en la Patagonia.

Dentro de mis primeras experiencias, contadas por mis padres, fue cuándo y dónde aprendí a caminar: di mis primeros pasos nada menos que al interior de la Cueva del Milodón. Luego, más grande pero aún un niño, recorríamos con mi hermana todos estos extraños recovecos, siempre con el temor de que el Milodón pudiese aparecer detrás de algunas de las enormes lengas o alguna roca del conglomerado que se sitúan muy expectantes por todos los entornos. Ahora puedo recordar y muy bien, que en las preparaciones de mi primera comunión y con el recordado Padre Rosas, emblemático personaje de la Iglesia pueblerina -cura salesiano que marcó una época de su presencia evangelizadora en su querida Natales- nos llevaron a un paseo a la Cueva del Milodón. Tengo fresco en mi memoria el momento en el que nos hacían subir por un cordón, tejido y entrelazado de fibras de cobre que al utilizarlo como elemento de ayuda -para ascender hasta la figura de una virgen ensamblada entre la escoria de carbonato de calcio, haciendo la figura una especie de gruta de Lourdes-  provocaban un aumento de la temperatura que prácticamente me quemaba las manos, pero bajo el rigor de recibir el sacramento era propio sufrir un poco para aceptar la condición de cristiano.

Como profesional he retornado en el desarrollo de actividades de educación al aire libre con estudiantes de Educación Física, Estudiantes de Turismo, actividades de Montañismo en la Sierra Almirante Señoret y su emblemático Cerro Mocho, la Cordillera Prat, el Monte Tenerife. Mucha montaña bella y accesible para vincularse y hacer una conexión de memoria ancestral, el caminar, desplazarse por la foresta, por sus acarreos y muchas veces en plenas condiciones invernales que hacían más aventurera y extrema la experiencia. Recién el año pasado y con estudiantes de Turismo y de Educación Física, organizamos para cumplir con ciertos requisitos académicos, una experiencia y una hermosa caminata, en algunos casos algo forzada para alcanzar las alturas del Cerro Benítez. Allí mismo y con la filosofía de conexión ancestral, comenzamos nuestra caminata desde la Laguna Sofía, una fuente de agua, vestigios de tantos deshielos de panoramas glaciares ya extintos, y nos encaramamos en el tiempo vertiginoso para lograr llegar hasta las pinturas rupestres que adornan paredes rocosas. Se trata de un alero en que se dan las condiciones favorables y han permanecido en un amplio panel pinturas que forman una composición de diversos elementos, que ocupan la parte superior de una pared y todo el techo de baja altura. Allí se aprecian dos motivos realizados a base de muchos puntos rojos de 2 cms de diámetro y que hacen mención de otros lugares similares en la Patagonia. También existen una serie de rayas rojas, líneas combinadas, como “rastros de Avestruz”, espirales, posibles imágenes de antropomorfos y largas series de puntos rojos.

Mis alumnos -tendidos en el suelo para la mejor apreciación- se veían emocionados observando milenarias imágenes que algún o algunos hicieron, ocupando el tiempo y el espacio para desarrollar estas magníficas pinturas y así conectarse con el futuro. Habría que verificar si en realidad y como se ha dicho, son las pinturas rupestres que están más cercanas a las aguas del Océano Pacifico, encontrándose a escasos cinco kilómetros del Seno Última Esperanza.

La experiencia es muy contundente en el estilo y en el aprendizaje, con retroalimentaciones inmediatas. Para estos casos los jóvenes requieren de más tiempo en estos parajes, para realmente poder comprender el antiguo pasado de hombres y mujeres que por razones evolutivas transitaron en estos mismos lugares en donde hoy día el alambrado se extiende por cientos de kilómetros, como si irónicamente pretendiese cercar la ancestral presencia del hombre milenario de la Patagonia. Esta experiencia permite hacer comprender a los jóvenes que deteniéndonos solo un poco, en algún momento de su vertiginosa vida en esta “civilización de lo desechable”, pueden aproximarse al pasado a unos 10.000 años atrás, siendo testigos de este mensaje de alguien que sumido en su falta de proyección, por pasar los días pensando solo en cazar y defenderse, trata de expresar lo que entiende y lo plasma en un formato natural con lo que su instinto le indica.

El valor principal de esta antigüedad es que proyecta y catapulta al joven hacia su futuro, proponiendo algunas interrogantes tales como ¿cuál sería el mensaje que haré perdurar a través de mis futuras generaciones?, ¿cuán importante podría ser que alguien en el futuro, recibiera mis propios mensajes de felicidad, de contemplación, de dificultades y de supervivencia moderna?, ¿cuáles serían mis advertencias para el futuro y así no cometer los mismos errores? Un hermoso ejemplo y ejercicio que estos tiempos reclaman para entender mejor nuestros entornos y al Medio Ambiente que espera por nosotros.