Ni solas ni mal acompañadas: Organizaciones deportivas por y para mujeres (parte I)

17 Diciembre 2020

En los más de 2000 años que tiene el patriarcado, cada vez que intentan controlarnos, las mujeres respondemos con organización y los hombres se sienten amenazados. No los necesitamos, ni a su dinero, ni a sus organizaciones corruptas, ni a su televisión y sus medios sexistas.

Constanza Abásolo >
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El deporte moderno, como lo conocemos hoy en día –con su estructura, reglas y cronogramas–, surgió en Inglaterra hacia fines del siglo XIX. Ya a comienzos del siglo XX, la práctica deportiva había triplicado su partición.

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En algunos países, se convirtió en una preocupación estatal y fue incorporada en los currículums escolares, tanto primarios y secundarios como universitarios. También comenzó su organización a gran escala: se crearon las federaciones, se reinstauraron los juegos olímpicos, se fundó el Comité Olímpico y se formaron clubes deportivos muy diversos a lo largo del mundo. El deporte pasaba a formar parte tanto del desarrollo de los individuos como de las sociedades.

Esta explosión deportiva vino aparejada de un desarrollo tecnológico en pos de su práctica: gimnasios, canchas, estadios, salas de máquinas, implementos deportivos, uniformes, etc. Las mujeres no estuvieron ausentes; con igual pasión e interés que los hombres, se volcaron hacia la práctica del deporte. Fue tanto el vuelo que alcanzó que, por supuesto, los hombres comenzaron a preocuparse por el deporte femenino. Fue tanta su popularidad que, hacia el año 1921, se fundó en Inglaterra la “English Ladies Football Asociation”, que organizó una liga con 57 equipos amateur y un torneo con 24 equipos en el año 1922. Sin embargo, la Federación Inglesa de Fútbol, la más antigua del mundo, puso el grito en el cielo: “las mujeres no pueden jugar fútbol”. ¿Por qué no? Porque sus frágiles cuerpos no pueden aguantar la exigencia de la práctica deportiva y porque el fútbol no es una actividad que fomente la feminidad. Claro, son argumentos proporcionados por un grupo de médicos “expertos” que entienden todo sobre la fisiología femenina y de dirigentes que saben todo sobre ser mujer, sobre qué es femenino y qué no.

La ley impuesta por la Federación Inglesa de Fútbol prohibió, bajo pena de expulsión, que los clubes de fútbol masculinos pudiesen prestar sus instalaciones a las mujeres que quisieran jugar fútbol. Esta prohibición estuvo vigente desde 1921 hasta 1971, pero, por supuesto, no logró detener a las británicas ni a ninguna mujer a lo largo del siglo XX. Las mujeres porfiaron y siguieron jugando en canchas escolares, de rugby o de carreras de caballos.  

¿Qué pasa con el hombre y su constante necesidad de controlar a la mujer? ¿Por qué lo hace? ¿Qué lo mueve? Puede ser el miedo del hombre a la mujer sin miedo, como dice Galeano. Pero, en los más de 2000 años que tiene el patriarcado, cada vez que intentan controlarnos, las mujeres respondemos con organización y los hombres se sienten amenazados. No los necesitamos, ni a su dinero, ni a sus organizaciones corruptas, ni a su televisión y sus medios sexistas.

Cada vez que hay un intento serio de organización femenina en alguna esfera, aparece una organización masculina opuesta señalando: “pueden participar con nosotros, pero, nosotros ponemos las reglas, nosotros ocupamos los cargos de poder y nosotros tomamos las decisiones; ustedes pueden jugar ahí, donde nuestros ojos las vean, y hacer sólo lo que nosotros les permitamos”.

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