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El desafío de la inclusión: No dejemos pasar el tiempo

25 Agosto 2020

Entre los principales retos, se encuentra el pensar ciudades donde las personas en situación de discapacidad y adultos mayores sean protagonistas. El coronavirus puede ser la mejor oportunidad para repensar nuestros territorios desde la diversidad.

Patricio Poza >
authenticated user Corresponsal Corresponsal Invitado

No es un misterio que la población de nuestro país está envejeciendo aceleradamente. Según cifras del último CENSO, la población de 64 años y más en la década de los 90’ representaba un 6,6% del total nacional. En cambio, según las últimas cifras entregadas el año 2017, la población adulto mayor en Chile se eleva a un 11,4%. Lo más probable es que si se actualizan los datos, estos números vayan en aumento.

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La situación de La Araucanía no es diferente; un 12,6% de la población regional es adulto mayor. El escenario demográfico que nos muestra estos datos plantea numerosos desafíos y objetivos que desde la planificación territorial se deben abordar.

Entre los principales retos, se encuentra el pensar ciudades donde las personas en situación de discapacidad y adultos mayores sean protagonistas. Esto significa que el transporte, los espacios públicos, edificios de instituciones estatales y de servicios, entre otros, comiencen a adaptarse a esta realidad que no es nueva, pero que se debe abordar con urgencia. Acaso ¿cuántas micros o colectivos “accesibles” existen en la capital regional? ¿cuántos edificios públicos tienen accesos expeditos y amigables con las personas que presentan algún tipo de discapacidad? Esfuerzos se han hecho, pero no al ritmo que el cambio demográfico y social nos presenta.

El coronavirus puede ser la mejor oportunidad para repensar nuestros territorios y para invertir los recursos sectoriales y locales en proyectos que busquen devolver, por ejemplo, las calles a los ciudadanos de a pie. Si se pueden construir grandes avenidas como Pedro de Valdivia y Fundo El Carmen en Temuco ¿no se puede pensar en hacer un gran paseo para que la gente camine con veredas en buen estado, con espacios en donde se pueda mantener el distanciamiento físico y con pavimento y concreto con lenguaje inclusivo tallado? Yo creo que es posible.

El crecimiento y cambio poblacional debe venir de la mano con una planificación administrativa y territorial, en donde se piense una ciudad a escala humana, más verde y accesible. Puede que el COVID19 sea la puerta de entrada para devolver los espacios públicos a quienes tanto han hecho y aportado por nuestro país y región. No dejemos pasar el tiempo.

No es un misterio que la población de nuestro país está envejeciendo aceleradamente. Según cifras del último CENSO, la población de 64 años y más en la década de los 90’ representaba un 6,6% del total nacional. En cambio, según las últimas cifras entregadas el año 2017, la población adulto mayor en Chile se eleva a un 11,4%. Lo más probable es que si se actualizan los datos, estos números vayan en aumento.

La situación de La Araucanía no es diferente; un 12,6% de la población regional es adulto mayor. El escenario demográfico que nos muestra estos datos plantea numerosos desafíos y objetivos que desde la planificación territorial se deben abordar.

Entre los principales retos, se encuentra el pensar ciudades donde las personas en situación de discapacidad y adultos mayores sean protagonistas. Esto significa que el transporte, los espacios públicos, edificios de instituciones estatales y de servicios, entre otros, comiencen a adaptarse a esta realidad que no es nueva, pero que se debe abordar con urgencia. Acaso ¿cuántas micros o colectivos “accesibles” existen en la capital regional? ¿cuántos edificios públicos tienen accesos expeditos y amigables con las personas que presentan algún tipo de discapacidad? Esfuerzos se han hecho, pero no al ritmo que el cambio demográfico y social nos presenta.

El coronavirus puede ser la mejor oportunidad para repensar nuestros territorios y para invertir los recursos sectoriales y locales en proyectos que busquen devolver, por ejemplo, las calles a los ciudadanos de a pie. Si se pueden construir grandes avenidas como Pedro de Valdivia y Fundo El Carmen en Temuco ¿no se puede pensar en hacer un gran paseo para que la gente camine con veredas en buen estado, con espacios en donde se pueda mantener el distanciamiento físico y con pavimento y concreto con lenguaje inclusivo tallado? Yo creo que es posible.

El crecimiento y cambio poblacional debe venir de la mano con una planificación administrativa y territorial, en donde se piense una ciudad a escala humana, más verde y accesible. Puede que el COVID19 sea la puerta de entrada para devolver los espacios públicos a quienes tanto han hecho y aportado por nuestro país y región. No dejemos pasar el tiempo.

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