Opinión: ¿Vivimos hoy un paradigma de la inconsecuencia?

16 Noviembre 2014

No da lo mismo que una persona común y corriente sea juzgada por pedofilia, a que esta sea un sacerdote, tampoco estar involucrado en un desfalco, en algún accidente de tránsito, si es un ciudadano común y corriente a que sea un político o algún familiar de éste.

Omar González H... >
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Hoy mientras almorzaba, veía algunos adelantos de los noticieros  de la televisión,  sobre los cuales me asalta la duda, ¿realmente estamos o no viviendo un mundo consecuente, de los que se dice o se piensa con lo que se hace?-…creo  sin temor a equivocarme, que…¡NO! Puesto que “Quién mal anda, mal acaba”, ante el desorden, malos hábito y reiteradas injusticias debemos estar alerta.

Por lo mismo, más de alguien podrá estar de acuerdo con estas reflexiones. Lo cierto es, que muchas veces por conveniencias personales, y/sociales, damos excesiva importancia a nuestros derechos por sobre lo que debieran ser nuestros deberes.

Evidentemente que todo el mundo tiene la libertad de pensar lo que estime conveniente, en relación con temas diversos, no obstante el problema surge cuando esas ideas no son racionalmente lógicas y en consecuencias no se pueden ni se deben llevar a la práctica, especialmente en el orden social.  He ahí, la existencia de tantas discrepancias, insatisfacciones,  descontentos, desacuerdos que conllevan finalmente a un conflicto, que puede ser como ya se dijo de orden personal o social, demostrando tal desacuerdo mediante discrepancias, polémicas y conflictos de hechos o de palabras, a través de huelgas, marchas y paros, que por lo general no conducen a nada bueno, puesto que solo da paso a mayores apremios, problemas con reacciones antagónicas entre las partes, con los consiguientes consecuencias de destrucción y atentados e inclusive con heridos y muertes. 

Lo que sin duda puede ser consecuencia de una natural accionar de aquellos supuestamente desposeídos, de aquello que no han tenido la oportunidad de realizarse como personas y formarse a partir de un hogar bien constituido, situación que ya hace un buen tiempo ha pasado a ser historia, a partir de las responsabilidades que supuestamente debieran asumir los padres de familia, o también de acuerdo con ciertos investigadores que hablan de una notoria disminución del miedo, lo que supuestamente tiene que ver con el hecho de que la gente hoy se atreve cada día mas a cruzar el rio y no quedarse impávido parado en la rivera.

Sobre esta cruda realidad, como dicen muchos…..”Hay mucha tela que cortar”. En consecuencia no hay como dar en el gusto a las personas en sus permanente descontento, porque los chilenos por naturaleza somos así, nada nos satisface plenamente, he ahí entonces que se pone en práctica otro refrán que podría resumir nuestras actitudes de permanente descontento…”palos porque bogas y palos porque no bogas” y en esto no hay miramientos, no hay un tope a las reacciones histéricas, escandalosas, agresivas o violentas,  que pueden llegar a ser convulsivas y de excitación extrema, alterando obviamente el orden social.

Por otra parte no podemos desconocer que hoy más que nunca vivimos un mundo en que nada se mantiene oculto, “tarde o temprano todo se sabe”, he ahí entonces que ello da motivo a alegar por los derechos que a todos nos asisten.

En esta realidad no están ajenos de cuestionamientos las distintas funciones y gestiones de servicio público y /o privados,  en que cada cual se aprovecha de una situación que debiendo ser una gestión justa, racional y concordante con el DEBER SER, resulta que: “el que más puede más hace”.

Considero que faltaría espacio para citar tanta incongruencias o inconsecuencias que se observan a diario en nuestra vida social,  como por ejemplo el desmedido afán de obtener beneficios sin mayores esfuerzos, aunque en ello vaya la seguridad personal o social, desde un interés desmedido por conseguir un cargo político;  porque ahí está la papa, para ganar plata haciendo poco o nada, pues …“Poderosos caballero es don dinero” , refrán que enfatiza la excesiva importancia de la fortuna para poder realizar los objetivos,  levantando la voz con entusiasmo y euforia, diciendo lo que el país necesita y lo que no necesita, no importa que después de elecciones sin ningún miramiento, su opinión cambie de dirección original, como por desgracia se ha observado últimamente.  Otra cosa que normalmente ocurre es la evasión de impuestos, tan válida como el simple hecho de subir a un bus por la puerta trasera a fin de no pagar el pasaje.   Situaciones que no solo incumben al ámbito judicial,  en donde la balanza siempre se inclina por el lado de mayor poder, de mayor prestigio, de más peso o solvencia según el cargo y/o función que un individuo pueda ocupar.

En tal sentido, por citar algunos ejemplos: no da lo mismo que una persona común y corriente sea juzgada por pedofilia, a que esta sea un sacerdote, no da lo mismo estar involucrado en un desfalco, en algún accidente de tránsito, si es un ciudadano común y corriente a que sea un político o algún familiar de este, no da los mismo que un ciudadano que ha trabajado toda una vida reciba al terminar su servicio laboral,  una paupérrima jubilación, mientras que otros perciben grandes remuneraciones, inclusive estando bajo rejas,  y por supuesto  no da lo mismo recibir con gran pompa un pequeño bono de un asalariado, a lo que recibe un político.   En el plano de la cultura y de las decisiones arbitrarias, como sucedió hace poco,  no da lo mismo otorgar el premio nacional de música a una persona desconocida que inclusive está en el extranjero  a un chileno o chilena que se lo merece con creces por sus reales aportes.

 Y así suma y siguen las inconsecuencias o injusticias de una sociedad que protege al poderoso, “ haciendo  más rico al rico y más pobre  al pobre”..    

De esta manera de mueve el mundo de hoy, entre egoísmo y falsas ideas de patriotismo, de solidaridad y supuestas actitudes,  pensamientos  y sentimientos colaborativos y de servicio  sobre lo cual no es necesario seguir escribiendo.  En todo caso tampoco debemos ser tan pesimista y pensar que  “a burro muerto la cebada al rabo” pensando en que no se puede remediar algo que ya no tiene remedio.  Pero no podemos permanecer callados frente a la reiterada injusticia social, pues “Gallo que no canta, algo tiene en la garganta” o “guagua que no llora, no mama”

Estamos cierto que el pensamiento y el desarrollo de valores sociales del ser humano, han ido cambiando tan aceleradamente de acuerdo a las nuevas necesidades económicas, a tal punto que hoy la vida no es la misma que se vivía tan solo medio centenar de años atrás, en que la familia, se mantenía unida y los hijos o miembros de este núcleo social se iba formando de acuerdo a un orden establecido.     Hoy ese orden ya no existe, se ha producido la hecatombe y la destrucción de la cultura en todos los fragmentos del existir humano.

Vivimos como ya hace muchos años lo cantaba el tango CAMBALACHE… El mundo fue y será una porquería ya lo sé en el quinientos seis y en el dos mil también, que siempre ha habido chorros Maquiavelos y estafaos, contentos y amargaos, valores y dublé,  pero es que el siglo veinte, es un despliegue de maldad insolente, ya no hay quien lo niegue,  vivimos revolcaos en un merengue y en un mismo lodo todos manoseados.  Hoy resulta que es lo mismo, ser derecho que traidor, Ignorante sabio o chorro generoso o estafador,  todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro, que un gran profesor.  No hay aplazaos, ni escalafón, los inmorales nos han igualado, si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición.  Da lo mismo que sea cura, colchonero rey de bastos, caradura o polizón.  Que falta de respeto, que atropellaba la razón, cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón, Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclado la vida y herida por un sable, sin remaches ves llorar la Biblia, contra un bandoneón.    Siglo veinte cambalache, problemático y febril,  el que no llora no mama, y el que no roba es un gil.  Dale que va, dale nomas que allá en el horno nos vamos a encontrar”