Opinión: Presidencialismo, Información y constitucionalidad

22 Mayo 2015

La pregunta, ¡para que serviría una nueva constitución! para aquellos que aún  tienen dudas o sencillamente no saben; fundamentalmente para garantizar políticas y planes de estado, que tengan la capacidad de proyectarse en el tiempo

Andrés Gillmore >
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No hay duda que la gran interrogante que si vale la pena hacer el “esfuerzo PAÍS” de crear una asamblea constituyente, hacer reformas a la actual constitución o simplemente dejarla como está y con todo lo que ello implica, tomando en cuenta los posibles costos políticos y sociales que podrían traernos a nuestra  incendiada y conmocionada sociedad, se ha transformado en  un tema de gran relevancia social y política. Sabiéndose de antemano que sea cuál sea la decisión, genera profundas divisiones en todo sentido y lo más seguro que una vez asumida la decisión acarreará una polarización ideológica que nos introducirá por momentos en un zapato chino. Por eso se hace imprescindible e urgente que la ciudadanía entienda el proceso, de lo que realmente ganaríamos y lo que significaría si definitivamente nos atrevemos a cruzar la tormenta, sabiendo fehacientemente y sin dudas a lo que vamos y no crear falsas expectativas.

Todo análisis comparativo sobre todo en sociología, depende de la base de sustentación de la premisa y del ángulo con que se analice. Los grandes cambios sociales y políticos siempre generaran distorsiones importantes en sus fundamentos normalmente se ideologizan en el discurso, y en la práctica del dicho al hecho como siempre hay mucho trecho. Realidad que se puede constatar con las mismas reformas que actualmente se están tratando de llevar adelante por el gobierno de la Nueva Mayoría en educación, tributación, trabajo. En un comienzo se veían como muy claras y pocos le ponían reparos, pero una vez que se profundizó en ellas nos hemos dado cuenta que no estaban tan claras, que todo es subjetivo y que las reformas no son matemática, donde el orden de los factores no altera el producto. Si no se tiene la capacidad de tener un fundamento estratégico del proceso y cómo se llevará adelante, existe el peligro real de quedarse sin pan y pedazo.

No existe sistema perfecto, cuando solucionamos una variable que creíamos fundamental y definitiva, inmediatamente aparecen dos bajo una perspectiva nueva y diferente; por muchos estudios que realicemos nada es perfecto, la perfección no existe y nunca existirá en organización humana de índole social u político; el hombre en esencia es imperfecto. La imperfección es la característica predominante de la raza humana, por eso somos tan especiales y diversos, en ello se sustenta lo que somos y los procesos del pensamiento que ante esta realidad nos obliga a estar en un constante proceso de aprendizaje.

La revolución tecnológica en la cual estamos imbuidos en la actualidad, la vorágine que produce y los cambios que han significado las redes sociales para reorientarnos en cómo nos fundamentamos de aquí hacia adelante en los procesos del información y del saber, han cambiado profundamente los paradigmas que antes dábamos como ciertos, reubicándonos en un espacio totalmente nuevo al cual necesitamos adaptarnos, si queremos sobrevivir, desarrollarnos y proyectarnos ante los nuevos paradigmas.

En el mundo del pasado el poder se sustentaba en obtener información y como se manejaba para sacar ventajas comparativas en los procesos decisorios, con ella se manipulaban y se ejercían motivaciones a favor o en contra en los procesos de desarrollos e inversión. Muy especialmente en los procesos políticos estratégicos que sustentaban las políticas públicas. En la actualidad esa realidad ha cambiado radicalmente los procesos de decisión, la tecnología ha democratizado la información como nunca imaginamos y podríamos decir fehacientemente que con ello se niveló la cancha en todo sentido, poniendo a los ciudadanos al mismo nivel de las autoridades otrora intocables, transparentando el poder y finalmente obligando a los dioses a bajar del firmamento y dar explicaciones.

Chile se ha regido bajo el modelo presidencialista desde siempre, que es una forma de organización política donde el Presidente es el jefe total del poder ejecutivo y ejerce el poder en forma completamente unipersonal y con total autonomía del proceder. Lo hace bajo el cambio de paradigma de la información lo que podríamos decir un poco antidemocrático bajo muchos aspectos, al sustentarse solo en un ente (presidente) con la palabra final en la aptitud y en la actitud con que se dan los delineamientos de desarrollo, recordándonos por momentos a la monarquía en la toma de decisiones. Lo único que marca la diferencia y democratiza el presidencialismo, es que se sustenta en el sufragio y que sus actos están enmarcados en la constitución con todas sus libertades, limitaciones y deberes, pero que bajo la realidad del voto voluntario en el cual nos movemos políticamente en la actualidad, el presidencialismo pierde su integración y su sustentabilidad.

Michelle Bachelet llego a la presidencia con una mayoría abrumadora, con una base de votos solo del 42 % del voto de los ciudadanos que tenían derecho a sufragar, esa cifra explica la falta de representatividad y credibilidad del actual gobierno. Los países presidencialistas son fundamentalmente naciones de gran tamaño y federadas, como lo son Estados Unidos y México, muy diferentes a nuestra propia realidad y Chile nunca tendrá esas características por mucho esfuerzo que realicemos. Es indudable que el modelo presidencialista bajo la realidad actual y nuestras características comparativas se hace en la actualidad insuficiente y fuera de orden si queremos una verdadera proyección de futuro y una democracia participativa como corresponde.

Chile tiene que tener como objetivo básico logra un Macro Plan de Desarrollo que permita industrializarnos y de acuerdo con nuestra esencia, no hay reforma constitucional posible por muy bien diseñada que este, que aguante los desafíos de llevarla a la práctica y que perdure en el tiempo, si seguimos siendo un país prestador de servicios y que nuestro perfil de desarrollo se sustente solo en tener un precio alto del cobre y salarios bajos; tenemos que tener la capacidad de crear nuestra propia sustentabilidad y dejar la dependencia actual y crear valor agregado a nuestros recursos naturales, industrializándonos como corresponde. No podemos continuar comprando el cobre que producimos de los chinos al triple del precio en forma de cañerías. Eso debe cambiar. para que eso suceda necesitamos invertir en conocimiento e investigación, pero se hace imposible con gobiernos que no tienen perspectiva de futuro, que gobiernan por dos años y con suerte; el primero lo pierden por las incongruencias de siempre (sucedió con Piñera y ahora con Bachelet) en el último año se preocupan más de la reelección que de gobernar.

Las leyes deben tener la esencia de la industrialización y de la investigación donde se pueda y como se pueda, no podemos seguir aprobando leyes en el congreso, con parlamentarios vendidos al lobby internacional, como la que se acaba de aprobar- Ley Ricarte Soto- que es muy necesaria, no hay dos opiniones en el país, pero impide la investigación farmacológica nacional, haciéndonos extremadamente dependientes de las farmacéuticas internacionales, que se frotan las manos por las ganancias que obtendrán y de paso coartamos la proyección de miles de investigadores que se dedican a esa actividad y que podrían bajar los costos de los remedios en Chile de manera importante.

Entonces la pregunta, ¡para que serviría una nueva constitución! para aquellos que aún  tienen dudas o sencillamente no saben; fundamentalmente para garantizar políticas y planes de estado, que tengan la capacidad de proyectarse en el tiempo, que no queden superpuestos como sucede en la actualidad a los egoístas criterios ideológicos de los gobiernos y de los partidos políticos tan menoscabados por el lobby internacional, que solo piensan en sus propios intereses y que la mayoría de las veces responden a criterios que no son los más aconsejables para la proyección de las futuras generaciones.