Columna de opinión: De Clientes a Ciudadanos por Vladimir Riesco

Columna de opinión: De Clientes a Ciudadanos por Vladimir Riesco

23 Julio 2012

El clientelismo político, entendido como el otorgamiento de beneficios o dadivas a cambio de apoyo electoral, no solo es una repugnante expresión de los profundos niveles de desintegración social alcanzados por nuestro país, sino que además refleja lo peor de lo nuestro.

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El clientelismo político, entendido como el otorgamiento de beneficios o dadivas a cambio de apoyo electoral, no solo es una repugnante expresión de los profundos niveles de desintegración social alcanzados por nuestro país, sino que además refleja lo peor de lo nuestro, llevándonos a concluir que el germen de la corrupción, no solo está en muchas autoridades, sino que en el seno de nuestro propio pueblo.

En efecto, son corruptos tanto los funcionarios públicos que se apropian de fondos fiscales, como las personas que aprovechan influencias para saltarse la fila, para obtener viviendas sociales y luego arrendarlas, para obtener becas de estudio, postergando a personas más necesitadas pero sin contactos.

Los orígenes remotos  de estas prácticas las encontramos en la antigua Republica Romana o en el cohecho  electoral  en el Chile del siglo XIX, sin embargo y frente a los altos niveles de conciencia colectiva alcanzado por nuestro pueblo entre la década del 60 y  70 del siglo XX,  donde miles de Chilenos integraron grandes proyectos colectivos de transformación social, la destrucción de esta conciencia colectiva, fue una de las metas  tanto de la dictadura como de los gobiernos concertacionistas.

Uno de los principales desafíos de la dictadura militar, fue  desarmar el denso tejido social construido en Chile hasta 1973, tejido social integrado por miles de trabajadores sindicalizados en sindicaos clasistas, miles de juntas de abastecimiento y precios  ( JAP), una especie de organizaciones de defensa del consumidor, que frente a las huelgas de camioneros y comerciantes el año 1972, asumieron literalmente el control de la distribución detallista de bienes básicos de consumo, los cientos de asentamientos y cooperativas agrícolas y campesinas  que asumieron la producción  de alimentos,  las industrias auto gestionadas por sus trabajadores, como INMAR en Valdivia, una mega industria metalmecánica que fabricaba desde barcos  hasta vagones de tren, etc.

Para desarrollar esta tarea , primero se usó el terrorismo de estado, no solo asesinando a miles de personas, sino que encarcelando  y exiliando a muchos chilenos,  allanando poblaciones e industrias y decretando  el estado de sitio por años a lo largo y ancho del país.

Una vez “pacificada” la gente  e instaurado el modelo económico monetarista neoliberal que hasta hoy nos rige, se pacta una transición política y el gobierno pasa de la dictadura a una democracia tutelada, donde los altos jerarcas de la Concertación de Partidos por la Democracia, deciden apoyar el modelo liberal, otorgándole  legitimidad democrática, para lo cual se debía evitar la reconstrucción del tejido social destruido por la dictadura, pues la gente consiente y organizada  no aceptaría un modelo que solo genera desigualdad y endeudamiento .

Para mantener el estatus quo, el sistema utiliza diversos mecanismos, como  el sobre endeudamiento y la aspiración a adquirir bienes como máxima muestra prestigio social, el desprestigio sistemático de la actividad política, no  solo a través de un discurso permanente de relativización de la importancia de las luchas colectivas, sino que  a través de la masificación de prácticas clientelistas que posicionan a los representantes ( parlamentarios, alcaldes, concejales y alcaldes) como verdaderos proveedores de favores para sus lectores y no como gestores y organizadores  sociales.

Por lo expuesto es que la solicitud de camisetas para clubes deportivos, de medios de transportes pata votar, la alteración en el orden de espera en la atención médica, la obtención de becas en forma irregular, son todas pequeñas prácticas corruptas, que proveídas por parlamentarios u otros representantes populares, van formando una trama clientelar que hoy constituye el peor freno para la organización popular.

Expresión de estas prácticas, son el carácter eterno e inamovible de los directivos de las organizaciones sociales, que operan en los barrios para concejales y parlamentarios o la existencia de dirigentes sindicales que ejercen sus cargos por décadas, todas estas prácticas se desarrollan a diario a vista y paciencia de todos los ciudadanos y resultan porque al final del día es cómodo que otros ocupen los cargos y funciones que nosotros debemos asumir.

Los clientes no son ciudadanos, pues no son los dueños de sus destinos, ni son los artífices de proyectos colectivos, por ello nos proponemos el construir ciudadanía y restablecer el tejido social destruido hace décadas.

La reconstrucción de este tejido social pasa primero por asumir el objetivo de construir proyectos colectivos y postergar el interés individual  o personal y en estar dispuesto a aportar con el esfuerzo y trabajo voluntario, estimulando no solo la exigencia de derechos sino que además el compromiso y la entrega al trabajo común.

En nuestra plataforma municipal, proponemos para el logro de este, a través de:

Estimular nuevas formas de organización social, como comités de agricultura urbana que se adueñen de los espacios públicos, construyendo y manteniendo huertos y bosques comestibles.

Promover la formación de sindicatos entre estudiantes egresados de la educación dual, en colegios como el Liceo técnico, Liceo Industrial o benjamín Vicuña Mackenna, que adopten la estructura y modalidades de trabajo de las mancomunales o de las organizaciones de resistencia, que existieron en Chile en los albores del movimiento social.

Apoyar el desarrollo y proliferación comités de base de asociaciones de defensa de los consumidores.

Apoyar a las organizaciones de ciclistas urbanos en el fortalecimiento de su organización de base integrando a los miles de trabajadores que utilizan este medio de transporte.

Y en general  estimulando toda forma de organización social de base, que persiga la solución colectiva de los problemas que les impone el desarrollo urbano, estimulando además la convergencia de todos estos proyectos sectoriales en torno a un proyecto común de ciudad y país, de carácter colectivo y solidario.    

 

Vladimir Riesco Bahamondes

Candidato a concejal- Valdivia