Los habitantes de la Región de Los Ríos leyeron y/o escucharon atónitos la noticia de que una mujer arrojó agua caliente sobre el cuerpo de su pareja. Según trascendió en los medios de comunicación los celos de la mujer habrían gatillado una situación crítica, durante la cual ella perdió el control.
Preliminarmente, estaríamos frente a un caso de violencia intrafamiliar que afecta a un hombre, pues la mujer fue formalizada ante la justicia por provocar lesiones graves en un hecho de violencia intrafamiliar (VIF). No obstante, la mujer en declaraciones a la prensa señalo ser víctima también de VIF.
En general, son poco comunes los casos de hombres victimas de VIF en la región. Sigue siendo la mujer la principal victima. Según el último estudio “Detección y Análisis de la Prevalencia de la Violencia Intrafamiliar en la Región de Los Lagos” publicado en enero del 2006, y en el cual se incluye la actual región de Los Ríos, cerca de la mitad de las mujeres entre 16 y 49 años que tienen o han tenido algún tipo de relación con un hombre, sufren o han sufrido algún tipo de violencia: psicológica, 49%; física leve, 36%; violencia física grave, 23%; y violencia sexual, 28%.
Sin embargo, producto de los cambios culturales que está experimentando hoy el país, son cada vez más las mujeres victimas de violencia intrafamiliar que están respondiendo las agresiones.
De tal manera, a priori, se está estructurando una violencia cruzada. Este tipo de violencia en el contexto de relación de pareja se está tornando cada vez más común. Sin embargo, aquí subyace qué entendemos por violencia cruzada.
Si la concebimos por agresiones físicas, psicológicas, sexuales y/o económicas, en un contexto de igualdad de fuerzas en una relación de pareja, podríamos pensar en una violencia cruzada. Sin embargo, por definición, el maltrato hacia la mujer está directamente relacionado con la subordinación de ella en la sociedad. Por lo tanto, hay un tema de asimetría en la relación, por cultura, fortaleza física y relaciones de poder, donde el hombre figura como el más fuerte.
De esta forma se configura más bien un tipo de violencia reactiva. Una respuesta que ocurre cuando la capacidad de la mujer de soportar la constante violencia psicológica, física, sexual y/o económica a la que está expuesta es sobrepasada y entonces reacciona en forma violenta y agresivamente, a manera de descarga, en contra del hombre.
En términos generales, esta respuesta es impulsiva, mayor al estímulo que la provocó y en algunos casos tiene consecuencias graves. Por lo tanto, cuando una mujer ejerce un acto violento en contra de un hombre, es probable que se esconda detrás un historial de violencia en contra de ella, que puede ser reciente o remontarse a su historia de vida.
No obstante, creemos en una cultura sin violencia y en que nada puede justificarla. Por esto instamos a quienes se encuentran en una situación de riesgo a no esperar que ésta se agrave y buscar ayuda en las instancias que el Estado pone a disposición para prevenirla.
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