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ESTETICA Y SALUD: LOS

ESTETICA Y SALUD: LOS SUPLEMENTOS DIETARIOS ESTAN APROBADOS COMO "ALIMENTOS"

Los vacíos de la ley favorecen las trampas

Se acerca el verano y estallan las ventas de productos para adelgazar. Entre los más promocionados figuran los suplementos dietarios, un segmento que crece en el país al amparo de algunas normas ambiguas y de conflictos de competencia entre los organismos oficiales que entorpecen su control.

Sumergirse en el negocio de estos productos ?compuestos de vitaminas, minerales y otras sustancias que muchas veces se proponen como adelgazantes? es una experiencia opuesta a la que supone su compra: de venta libre, basta acercarse a la góndola de una farmacia o supermercado para llevarlos a casa. Pero rastrear a sus fabricantes y bucear en sus controles es casi imposible. Clarín intentó durante una semana comunicarse con las cámaras de Fabricantes de Alimentos Dietéticos y de Importadores de Suplementos Dietarios. No respondieron. Y en la Cámara Industrial de Laboratorios Farmacéuticos, la de Productores de Especialidades Medicinales de Venta Libre y la de Especialidades Medicinales fueron lacónicos: "No tenemos nada que ver".

Es que la expansión de estos productos en todo el mundo está teñida por la polémica: si bien son utilizados con fines vinculados a la salud, los suplementos dietarios están inscriptos como alimentos. Es decir, no tienen los controles, la estandarización ni el respaldo científico de los medicamentos. Los fabricantes son los responsables de que sean seguros y quienes deben responder en caso de intoxicación o muerte.

Pero lo más controvertido es que a veces la distancia entre un medicamento y un suplemento dietario es sólo cuestión de dosis: los sustancias que contienen, en algunos casos, son las mismas. "Esto es clave, porque muchos suplementos no están estandarizados. Podemos comprar el mismo frasco, pero no sabemos si estamos tomando lo mismo", subraya Mónica Katz, nutricionista de la Fundación Favaloro.

A los suplementos de origen nacional los deben fiscalizar las oficinas de seguridad alimentaria de los municipios donde fueron elaborados; a los importados, el Instituto Nacional de Alimentos (INAL). Pero dos decretos desregulatorios firmados por Carlos Menem en 1994 les dieron a los importadores la libertad de optar dónde registrarse, y por lo tanto de elegir quién los controla: pueden anotar sus productos en cualquier municipio del país. En la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) dicen que esos decretos abrieron las puertas a los productos extranjeros. "Fue un verdadero caos. Ahora el INAL intenta acotar esa permisividad, pero la sombra de esos decretos es amplia y los productores pueden discutir las nuevas restricciones", explicó una especialista del organismo.

El famoso Reduce Fat Fast es un caso testigo: el pasado 9 de junio el INAL prohibió su venta en Argentina (algo que ya ocurrió en otros países) por "irregularidades en la inscripción". ¿Qué hicieron sus productores? Lo empezaron a fabricar en el país y lo registraron en Capital, con la misma fórmula (tiene picolinato de cromo, una sustancia que se prohibió como adelgazante en muchos países). Clarín intentó cinco veces consultar a Sprayette, la empresa que lo comercializa en Argentina, pero el gerente de Medios, Gabriel Acero, no respondió las preguntas.

Desde el INAL, su director, Matías de Nicola, admite que "hay que mejorar algunas normas sobre la elaboración y la composición de los suplementos", pero asegura que los controles garantizan la calidad de los productos: "Hay fiscalizaciones aleatorias cuando entran al país".

Tampoco está claro quién sanciona las faltas. Una de las más frecuentes es la inclusión de leyendas no autorizadas en los envases. "Ni los suplementos dietarios ni sus publicidades pueden decir que sirven para adelgazar o quemar grasas", coincidieron todos los funcionarios consultados. ¿Por qué entonces muchos productos lo hacen?, preguntó Clarín. "Puede ser que el envase aprobado no lo diga y que lo agreguen en la imprenta", sorprendió un alto funcionario con responsabilidad en el tema.

En el INAL aseguraron que "la responsabilidad sobre las bocas de expendio es de las jurisdicciones" y de los inspectores del Ministerio de Salud, pero en la Dirección de Registro y Fiscalización del Ministerio los desmintieron: "En las farmacias sólo controlamos los libros recetarios y los productos preparados (recetas magistrales), que no se pueden elaborar a granel". Y también en la Dirección de Higiene y Salud Alimentaria porteña: "Sólo controlamos los suplementos que se elaboran en la Capital. En 2004 hicimos 67 multas y 16 prohibiciones por problemas en la fórmula o la rotulación". Es decir que no queda claro quién debiera sancionar a los múltiples productos que, desde las góndolas, prometen ?ilegalmente? adelgazar.

El circuito de venta de estos productos es amplísimo: farmacias, herboristerías, supermercados, servicios de venta directa y, sobre todo, Internet. "La cyberfarmacia y la venta directa por televisión son muy difíciles de controlar. No hay normas o tenemos conflictos de competencia", se quejaron en la cartera de Salud.

Marcelo Peretta, del Colegio de Farmacéuticos porteño, recomienda "creerles menos a las publicidades: las hacen sus fabricantes y al amparo de controles insuficientes". La doctora Katz coincide: "Los suplementos dietarios no están regulados por la industria alimenticia ni por la farmacéutica. La gente debe saber que nadie prescribe y nadie controla, que es tierra de nadie".

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