Algunos comentarios sobre la educación chilena

Algunos comentarios sobre la educación chilena

16 Noviembre 2010
En definitiva, se persigue conseguir resultados dentro del estándar a fin de asegurar la sostenibilidad de las instituciones. Por Elisa Castillo.
Elisa Castillo >
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Mucho se habla sobre la crisis de la educación chilena. Distintas voces que se sustentan en el mismo marco de resultados, obtenidos de las mediciones nacionales en los distintos niveles de escolarización que enfrentan los estudiantes. Anualmente, independientemente del signo político de las cabezas dirigentes, se crean comisiones que estudian “a fondo” este crucial problema y elaboran propuestas que intentan superar los conflictos de esta área a nivel país. Hijos de este proceso son todos los aspectos que contempla la ley SEP, los apoyos para mejorar los resultados Simce y PSU, entre otras instancias similares.
Los principales protagonistas, estudiantes y profesores, se debaten entre el acceso real a una educación de calidad y la urgencia de obtener resultados favorables que permitan a las escuelas acceder a premios, apoyos, reconocimientos, alzas de matrículas, etcétera.
En definitiva, se persigue conseguir resultados dentro del estándar a fin de asegurar la sostenibilidad de las instituciones. Esta situación ha tenido muchos efectos en distintos ámbitos de la sociedad. Uno de ellos, es el lucrativo negocio de las capacitaciones “focalizadas a las necesidades de las escuelas”.
En el mercado educativo actual, muchas instituciones se especializan en apoyar los procesos de mejoramiento de la calidad de la educación, ofreciendo planes, seguimientos y mediciones que nunca se traducen en información clara y contundente en el espacio de la opinión pública. No sabemos en realidad si existe control de calidad sobre la labor que desarrollan estas instituciones ni los alcances efectivos que obtienen en las escuelas. No existen espacios cercanos y amigables para obtener esta información para el ciudadano promedio que está preocupado por la educación de sus hijos.
Más profundamente, no existe una discusión país acerca de un tema tan relevante como la educación. ¿Estamos de acuerdo en que los estudiantes chilenos deban ser evaluados con estándares internacionales? ¿Cuáles son estos estándares? ¿Estamos interesados en medir los aprendizajes con los métodos que se utilizan actualmente?
Los ciudadanos, apoderados/estudiantes/profesores, no tienen espacios para conversar acerca de las perspectivas y modelos que se adoptan para enseñar o educar a las nuevas generaciones; sin embargo, todos tenemos una opinión al respecto y la compartimos en espacios diferentes.
Hace un tiempo un apoderado me comentaba que no entendía por qué el sector se había dejado de llamar Castellano y ahora se llamaba Lenguaje y Comunicación, asegurando que antes las clases eran buenas, le enseñaban gramática y les hacían leer mucho más. El cambio de nombre identifica el nuevo enfoque de la reforma educacional chilena, pero nadie aclaró las diferencias ni los progresos que esto significaría. Por otra parte, tampoco la ciudadanía levantó la voz para preguntar de qué se trataba esto o para exigir que se volviera al sistema anterior o que se avanzara a otro. La reflexión colectiva se niega. El silencio es cómplice de este estado de cosas.
Mis hermanos y yo comenzamos a estudiar en una escuela del altiplano, en el norte grande. Una profesora nos enseñaba cantando a contar ovejas y a utilizar todos los adjetivos para describir la maravilla de la naturaleza que nos rodeaba. Una comunidad pequeña, en la que las actividades de la escuela eran un evento social en el que participaban todos los habitantes, para festejar y opinar.
Creo que es posible comenzar un diálogo chileno sobre este tema, que incluya voces de todos los estamentos de nuestra sociedad. Una reflexión colectiva que se funde en la buena intención de hacer mejor el mundo que habitamos y en ser humano como valor central de todo el andamiaje social. Una conversación que sienta y piense amorosamente en las generaciones futuras y no construya hoy día como un país que cuida a sus habitantes y a la riqueza natural en que habita.
Elisa Castillo Ávalos
Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas
© Doctorado en Educación, Aprendizaje Transformacional


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