22 de octubre de 2004. Científicos, representantes de servicios públicos y un candidato a alcalde, comprueban lo que vecinos del sector del Santuario habían denunciado: la muerte inexplicable de varios ejemplares de cisnes de cuello negro.
Hoy a más de 5 años de este hecho, que ha sido calificado como uno de los principales desastres ecológicos, el problema de fondo aún no se ha zanjado. El estudio encargado por el gobierno relacionó el deterioro del santuario con las descargas de la celulosa Arauco al río Cruces, obligando posteriormente a la industria a cambiar el punto de descarga.
Desde ese momento, cuando se emitió la resolución 377 de la Corema que obligaba a la empresa a buscar otra alternativa, ha corrido mucho agua bajo el puente. Y quizás lo principal que no se ha estudiado y ha sido hasta ignorado o minimizado, es la fuerte división que existe en el pueblo de Mehuín. Un lugar donde antes hubo hermandad, ha llegado incluso a convivir en sus periodos más álgidos con la presencia de fuerzas especiales de carabineros, lo cual es inusual para este tiempo y para un país que se considera moderno.
Ese lugar está dividido, todos han tomado posición a favor o en contra del ducto, pues es allí donde la empresa celulosa espera emitir la descarga y con ello cumplir la exigencia ambiental.
Pero durante este tiempo, ¿en qué se ha avanzado? La empresa no ha reconocido jamás su responsabilidad en este desastre ecológico. El Consejo de Defensa del Estado sí encuentra que está directamente vinculado y la demanda continúa, y se desconocen los avances del Plan de Gestión Integral de recuperación del santuario anunciado por las autoridades, por ejemplo, decretar cono Reserva el área del santuario de la naturaleza Carlos Anwandter; emitir la norma secundaria de la calidad para el río Cruces; iniciar y fortalecer un plan de educación ambiental junto a la comunidad.
Ha pasado el tiempo y todavía no se logra encontrar una solución. La empresa ya está y debe permanecer, pero no se ha encontrado un equilibrio que permita lograr la tranquilidad. Sólo estos últimos días y en vísperas de la resolución de la Corema de aprobación o rechazo al ducto, se ha escuchado una nueva propuesta. Dejar que continúen las descargas en el Cruces, tal como existe hoy, pero mejorando la tecnología del sistema de tratamiento de residuos líquidos industriales.
En esta postura se encuentra la DC, que en una declaración pública firmada también por dos respetados investigadores como Germán Pequeño y Roberto Murúa, se propone esta opción. Se sostiene que es mejor esto a causar un nuevo impacto negativo en otro sector. “Es indispensable considerar el daño social, económico – atendiendo a la importancia de grupos humanos del ámbito pesquero, ámbitos científico, turístico, médico, etc.- y ambiental en el mar. La costa de Mehuín se caracteriza por su poca profundidad siendo notable por su ubicación litoral hacia el este, lo cual puede influir en un mayor grado de residencia de sus aguas y, por ende, favorecería la acumulación de sustancias exógenas con peligro de daño para todo el sistema vivo que aloja. Destaca que para este efecto no existen los antecedentes necesarios de línea base”.
Sobre el mejoramiento del sistema de tratamiento, la empresa presentó en junio de 2007 un sistema de filtración de membranas, que se encuentra aprobado, pero que según la visita inspectiva efectuada en diciembre del año pasado, aún no está operativa porque no se ha construido ninguna de sus fases. Así lo indica en el acta de inspección la seremi de Agricultura: “el proyecto no está en operación debido a que no se ha construido. Se estima que el titular no está dando cumplimiento a la Resolución de Calificación Ambiental debido a que no lo ha ejecutado de acuerdo al cronograma señalado en la Resolución". (www.e-seia.cl/documentos/documento.php?idDocumento=4248325)
Este mejoramiento, al igual que la reducción de la producción, también fue una solicitud de la autoridad ambiental, la cual hizo el requerimiento mientras se estudiaba y concretaba el nuevo punto de descarga. Todo esto con el fin de proteger al santuario, lugar que por su diversidad y riqueza natural fue protegido por la Convención Ramsar, de protección internacional de los humedales. Y ya poseía este reconocimiento al momento de ser autorizado por el gobierno el proyecto de construcción de la planta de celulosa en la comuna de Mariquina.