No contaban con su Astucia

No contaban con su Astucia

02 Agosto 2009
A mediadios del 2003 Roberto Bolaño dejó este mundo sin sospechar el fenómeno literario que se desataría poco tiempo después en torno a su nombre.Por Daniel Carrillo
Daniel Carrillo... >
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En julio de 2003 Roberto Bolaño dejó este mundo por culpa de una insuficiencia hepática tal vez sin sospechar el fenómeno literario que se desataría poco tiempo después en torno a su nombre. “Bolaño por sí mismo”, de Ediciones Universidad Diego Portales, entrega luces en primera persona sobre su genio y figura.

Tras su muerte, el 15 de julio de 2003, Roberto Bolaño se convirtió en mito y fenómeno literario, lo cual probablemente no debería extrañar demasiado. Y es que la vigorosa costumbre de tener a todos los muertos por buenos se extiende también a los artistas. Claro que aquel concepto de “bueno” en general muta desde su connotación moral a la estética.
Incluso así, sin embargo, la benigna suerte post-mortem de Bolaño parece no cuadrar completamente. Porque este chileno a la mexicana fue ante todo un “escritor literario”, como se dice, en un principio muy ajeno al mainstream libresco y un outsider para el gran público de los best sellers. Incluso, como él mismo reconoció, nunca puso mayor esmero en pensar en sus potenciales lectores a la hora de crear sus textos.
Así, Bolaño era casi un desconocido en Chile al momento de morir. Y el que la conductora de televisión Carolina Zúñiga se confundiera frente a las cámaras y anunciara la muerte del “Chavo del Ocho” (Roberto Gómez Bolaños, “Chapulín colorado”) cuando en realidad el difunto era el escritor va más allá de la anécdota.
Por lo mismo, sumando todo esto, cae de cajón preguntarse qué es lo que realmente están leyendo los bolañomaníacos en sus libros.
Más allá de esta duda razonable –razonable tal vez a duras penas, porque está claro que cada cual lee lo que quiere y como quiere-, un buen faro para alumbrar la figura de este escritor de pelo revuelto, flacuchento y desgarbado es revisar lo que él mismo dijo de sí y su arte, más allá de sus novelas, cuentos y poemas.
“Bolaño por sí mismo”, selección y edición de Andrés Braithwaite con prólogo de Juan Villoro, da luces sobre sus gustos, costumbres y manías a través de una serie de entrevistas publicadas en diversos medios.
Lo primero que puede destacarse de este material es la reivindicación que hace Bolaño de la figura del escritor como un perdedor no sólo resignado, sino que consumado. “Tener el valor, sabiendo previamente que vas a ser derrotado, y salir a pelear: eso es literatura”, declara. Y más adelante agrega: “No creo en el triunfo. Nadie, con dos dedos de frente, puede creer en eso. Creo en el tiempo. Eso es algo tangible, aunque no se sabe si real o no, pero el triunfo, no, de ninguna manera. En el campo de los triunfadores uno puede encontrar a los seres más miserables de la Tierra, y hasta allí yo no he llegado ni me veo con estómago para llegar”.
Junto con esta verdadera declaración de principios aparecen pistas sobre su biografía, su vida familiar y su deambular por el mundo. Por ejemplo, relata su partida a México cuando tenía 15 años, su paso por distintos trabajos, entre ellos descargador de barcos en Francia y vigilante nocturno de un camping cerca de Barcelona, que reconoce como el oficio en que mejor se ha desempeñado.
Punto aparte merecen sus referencias al gran cambio que le significó el nacimiento de sus hijos y su idea recurrente de “matar al padre”, además de detalles sobre su proceso creativo y su creencia de que más importante que los viajes, para un escritor es imprescindible tener una buena biblioteca. “Un libro es la mejor almohada que existe”, dice por ahí, aludiendo al gusto que le daba dormirse leyendo.
Polemista de peso pesado, tampoco se pasan por alto algunas de sus cáusticas opiniones sobre sus colegas de letras chilenos.
“Chile es hoy un país donde ser escritor y ser cursi es casi lo mismo. Los escritores chilenos actuales que están en el hit parade (los narradores y supongo que también los poetas) son muy malos y todo el mundo sabe que son muy malos (y además de malos: trepas, plagiarios emboscados, tipos capaces de todo por conseguir un trozo de respetabilidad, cuando la verdadera literatura debe alejarse de la respetabilidad), pero nadie lo dice. No sé por qué razón, pero nadie lo dice, al menos no públicamente. Yo espero que los jóvenes que tomen el relevo cambien este panorama tan pacato y provinciano”, dispara. Y los cartuchos no acaban, como lo demuestra en una entrevista en México para Revista Playboy.
¿No cree que si se hubiera emborrachado con Isabel Allende y Ángeles Mastretta otro sería su parecer acerca de sus libros?
-No lo creo. Primero, porque esas señoras evitan beber con alguien como yo. Segundo, porque yo ya no bebo. Tercero, porque ni en mis peores borracheras he perdido cierta lucidez mínima, un sentido de la prosodia y del ritmo, un cierto rechazo ante el plagio, la mediocridad o el silencio.
¿Cuál es la diferencia entre una escribidora y una escritora?
-Una escritora es Silvina Ocampo. Una escribidora es Marcela Serrano. Los años luz que median entre una y otra.

La juventud revolucionaria de Bolaño tampoco se pasa por alto y quedan marcadas las líneas en donde confiesa que en 1973 se sintió traicionado por Salvador Allende.
“Recuerdo que el 11 de septiembre, en un momento, estoy esperando que me den armas para ir a luchar y escucho que Allende dice en su discurso poco menos, entre líneas, váyanse a sus casas, ya pasará el tiempo y volverá a caminar el hombre nuevo por las alamedas abiertas. A mí en ese momento me pareció algo terrible, casi una traición que nos hacía Allende cuando los jóvenes estábamos dispuestos a pelear por él. Con el tiempo, ésa es una de las cosas que ha ennoblecido a Allende: evitarnos la muerte, aceptar la muerte para él mismo pero evitárnosla a nosotros. Yo creo que lo ha agigantado de una manera inmensa”.
En fin, en estas entrevistas Bolaño habla prácticamente de todo, en un ejercicio que, como Juan Villoro resalta en el prólogo, se equipara a la utilidad que tiene la caja negra de los aviones.

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Comentarios

Imagen de marko zara

buena carrillo, siempre

buena carrillo, siempre hablando de la buena literatura

notable lo que dice de los perdedores

es obvio que nadie es ganador 100% ni perdedor total

la vida esta llena de luces y sombras y eso lo sabe muy bien el obrero como el mendigo el politico poderoso o el dueño de grandes empresas

bolaño tuvo la humildad de enfrentarse a la muerte

como lo deberia hacer todo el mundo antes de sumergirse en existencias efimeras vacias sobreendeudadas y finalmente plañideras luctuosas

carver cheever bolaño o'connor hemingway poe parra dejan una sola leccion

hay que conversar con la muerte mas que huir de ella

hay que ser más sencillos porque todos somos valiosos